El gran Steven Spielberg es sinónimo de películas memorables. Salvando al soldado Ryan, La lista de Schindler, E.T., el extraterreste, Tiburón, Encuentros cercanos del tercer tipo y más, son sólo algunas de las decenas de cintas que han estado a cargo del aclamado cineasta. Spielberg ha probado de todos los géneros, saltando de la ciencia ficción a crudos dramas, pero n todos los casos ha dejado claro que su visión detrás de la cámara es única.
Curiosamente, aunque ha marcado la historia del cine con incontables producciones originales, Spielberg no es precisamente un fan de dirigir secuelas. El cineasta prefiere contar historias nuevas en lugar de repetir fórmulas ya probadas. Sin embargo, en las contadas ocasiones en que ha decidido volver a un universo que él mismo dio origen, lo hace con una dedicación que pocos directores se atreven a igualar.
Entre sus pocas secuelas, hay una que muchos ignoraron porque estuvo por debajo de su predecesora. Mientras algunos argumentaron que no alcanzó el mismo nivel que la primera parte, otros han mencionado que simplemente no debió haber existido. Sin embargo, a pesar de todo, El mundo perdido: Jurassic Park es un espectáculo lleno de tensión, aventura y, por supuesto, muchos dinosaurios corriendo por ahí.
IMDb
Estrenada en 1997, cuatro años después del fenómeno que fue Jurassic Park, esta secuela tenía un reto titánico: seguirle el paso a una película que no solo rompió récords en taquilla, sino que cambió la forma en la que Hollywood usaba los efectos visuales. La expectativa era enorme y, aunque la crítica fue más dura que con la original, Spielberg apostó por una historia diferente, más oscura y con escenas que siguen siendo comentadas hasta hoy.
En esta ocasión, dejamos atrás el icónico Parque Jurásico y viajamos a una segunda isla: Isla Sorna, el laboratorio secreto donde InGen criaba a los dinosaurios antes de trasladarlos al parque principal. Allí, un grupo de investigadores se enfrentan a un entorno sin vallas ni controles, donde los depredadores reinan a su merced.
IMDb
Pero si algo distingue a El mundo perdido es que Spielberg se permitió jugar más con el suspenso y la adrenalina. La película tiene secuencias que ya son parte del legado del cine de aventuras: la caravana colgando al borde de un acantilado mientras un T. Rex intenta destrozarla, la estampida de dinosaurios que persigue a los cazadores, y, por supuesto, la llegada del mismísimo tiranosaurio a San Diego.
¿Por qué sigue siendo subestimada? Parte de la razón por la que El mundo perdido no tiene el mismo reconocimiento que su predecesora es simple: Jurassic Park fue un antes y un después en el cine, y alcanzar ese impacto era prácticamente imposible. Sin embargo, juzgar la secuela bajo ese estándar es injusto. Spielberg entregó una película más oscura, con un ritmo trepidante y escenas de acción que han inspirado a muchas otras producciones posteriores.