Los expertos lo han dicho una y otra vez: lo peor que puedes hacer antes de dormir es ponerte a ver algo demasiado intenso. No importa si eres fan del cine de terror o de los thrillers psicológicos, esas historias activan tu cabeza de una manera que no ayuda a conciliar el sueño. Películas como El resplandor, El legado del diablo, El silencio de los inocentes o Psicópata americano son perfectas para mantenerte pegado a la pantalla, pero también para que no puedas pegar el ojo y termines mirando el techo hasta las tres de la mañana.
Lo curioso es que no hace falta recurrir a un slasher sangriento ni a un asesino serial para experimentar esa sensación de adrenalina mezclada con ansiedad nocturna. En Disney+, la misma plataforma donde encuentras Frozen: Una aventura congelada y Los Increíbles, hay una serie que sin mostrar monstruos ni escenas perturbadoras puede generarte la misma inquietud que una cinta de miedo. Y todo porque su historia combina sarcasmo, conflictos familiares, amistades tensas y montañas de comida.
Estamos hablando de The Bear, una de las producciones más aclamadas de los últimos años, que ya acumula premios, excelentes críticas y una base de fans muy leales. Sin embargo, también tiene una reputación peculiar: la de ser una de las series más estresantes de ver, al punto de que muchos aseguran que no es buena idea ponerla de noche, a menos que quieras levantarte con ojeras y un poco de ansiedad existencial.
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La trama sigue a Carmen "Carmy" Berzatto, un joven chef con experiencia en la alta cocina que regresa a Chicago para hacerse cargo del pequeño restaurante de su familia tras la muerte de su hermano. Lo que podría sonar como una historia de redención tranquila pronto se convierte en un caos constante. La cocina del "Original Beef of Chicagoland" es un lugar repleto de problemas: deudas, lucha de egos, inseguridades, gritos y, sobre todo, la presión brutal de mantener todo funcionando en un negocio que parece desmoronarse en cada episodio.
Cada capítulo te mete en la piel de Carmy y su equipo, y aunque los diálogos son rápidos, ingeniosos y llenos de humor, lo cierto es que la tensión nunca desaparece. Da igual si están discutiendo por el menú, peleando por un pedido o tratando de mantener la calma, la realidad es que todo ocurre a un ritmo tan acelerado que terminas sintiendo que tú también estás atrapado en esa cocina tan diminuta.
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Lo más curioso de The Bear es que, pese a la tensión, no puedes dejar de verla. Cada episodio es como una montaña rusa emocional que te mantiene al borde del asiento, te acelera el corazón y, cuando termina, solo quieres darle reproducir al siguiente. Por eso, lo ideal es verla cuando todavía te quede energía, porque que una vez que entres en el mundo de Carmy y su restaurante, no vas a querer salir tan pronto.
