Ir al cine siempre es una experiencia única: las palomitas, la pantalla gigante, el sonido envolvente, pero a veces, lo que pasa en la sala termina siendo más inquietante que lo que ocurre en la propia película. Y justo eso sucedió durante la proyección de El Conjuro 4: Últimos ritos, cuando una espectadora vivió un momento que dejó a todos helados, que habrían requerido los servicios de los personajes de Patrick Wilson y Vera Farmiga.
La franquicia creada por James Wan ya era famosa por tener un aura extraña a su alrededor. Se dice que en los rodajes ocurren sucesos paranormales y que más de un actor ha salido con moretones inexplicables. Pero esta vez no fue un rumor detrás de cámaras ni una historia inventada en foros de terror: ocurrió frente a decenas de personas que, en lugar de estar concentradas en el caso de los Warren, terminaron presenciando lo que parecía una posesión en tiempo real.
Una franquicia con fama de "maldita"
Según los videos compartidos en redes sociales, durante una función nocturna de la cinta, una mujer comenzó a comportarse de forma muy extraña. Primero se le notaba incómoda, luego empezó a agitarse y, en cuestión de minutos, su reacción se volvió tan intensa que los presentes pensaron que estaba siendo poseída. Los gritos y los movimientos descontrolados hicieron que varias personas abandonaran la sala aterradas, mientras otros sacaban el celular para grabar lo que parecía una escena sacada de la mismísima película.
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No sería la primera vez que algo así sucede alrededor de la saga. El Conjuro siempre ha cargado con ese halo de misterio gracias a las historias que cuenta, basadas en los archivos de Ed y Lorraine Warren, los investigadores paranormales más famosos del siglo XX. Desde su estreno en 2013, cada entrega ha estado acompañada de relatos de sucesos extraños tanto en el set como en las salas de cine.
Y es que hay algo particular en esta franquicia: no sólo busca asustar con los momentos inesperados, sino que juega con la idea de que lo que vemos en pantalla está inspirado en hechos reales. Esa mezcla de ficción con realidad es lo que termina calando tan fuerte en la audiencia. Ahora, con Últimos ritos, que además se promociona como el cierre definitivo de la historia principal, el nivel de sugestión estaba por las nubes.
Terror dentro y fuera de la pantalla
Lo curioso es que este tipo de casos no son aislados en el mundo del cine de terror. Clásicos como El exorcista en 1973 también fueron noticia porque espectadores se desmayaban, vomitaban o salían corriendo de las funciones. Décadas después, parece que El Conjuro ha heredado esa tradición de provocar no solo sustos ficticios, sino también reacciones físicas y psicológicas en la vida real.
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El propio James Wan, creador de la saga, ha dicho en entrevistas que estas películas funcionan porque se meten en la cabeza de la gente y activan sus miedos más profundos. Y en este caso, la línea entre ficción y realidad se volvió peligrosamente delgada.