La ciencia ficción y la fantasía han sido géneros que, desde sus inicios, han explorado mundos posibles, futuros distópicos y cuestionamientos sobre la tecnología y la sociedad. En particular, la ciencia ficción ha servido como espejo de la sociedad, anticipando problemas y conflictos futuros. Filmes como Gattaca, Her, Minority Report o Ex Machina exploran desde la ética de la manipulación genética hasta los dilemas de la conciencia digital, mostrando que el género no se limita a efectos especiales, sino que tiene un profundo contenido filosófico y social.
Dentro de este marco, Brazil, dirigida por Terry Gilliam en 1985, se mantiene como un clásico que fusiona ciencia ficción y fantasía de manera única. La película se presenta como una visión distópica de un mundo burocrático y opresivo, donde los ciudadanos están atrapados en sistemas absurdos y omnipresentes. Aunque salió hace casi 40 años, su crítica sobre la vigilancia, la burocracia y la manipulación de la información sigue resonando con fuerza en 2025, más vigente que nunca.
Cómo ‘Brazil’ de Terry Gilliam anticipó un mundo dominado por la tecnología y la vigilancia
La película está llena de tubos, conductos y tecnología neo-analógica que inunda cada espacio, simbolizando cómo los sistemas invisibles controlan y conectan la vida de los individuos. Aunque hoy no vemos literalmente estos tubos, la proliferación de pantallas y conexiones digitales en nuestras vidas refleja esa misma sensación de control y saturación tecnológica. Gilliam anticipó un mundo dominado por la hiperconexión, donde la información está manipulada y las verdaderas intenciones del poder permanecen ocultas.
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El protagonista, Sam Lowry (Jonathan Pryce), es un funcionario del sistema que se ve atrapado por la maquinaria que él mismo sostiene. Su búsqueda de escape y libertad frente a la opresión estatal refleja la alienación del individuo frente a estructuras autoritarias. A medida que la trama avanza, queda claro que la fantasía de volar y rescatar a su amada Kim Greist es un refugio, un escape imposible de la dura realidad que lo rodea. Esta combinación de humor ácido, surrealismo y crítica social es lo que hace que Brazil siga siendo un referente cinematográfico imprescindible.
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La fantasía como refugio de la cruel realidad en ‘Brazil’
Además, la película muestra cómo el sistema elimina a quienes muestran humanidad o cuestionan la autoridad, convirtiendo a Sam y otros personajes en piezas desechables dentro de la maquinaria. Esta visión sombría anticipa debates contemporáneos sobre vigilancia, control de información y la pérdida de autonomía en sociedades hiperconectadas, demostrando que la obra de Gilliam no solo es entretenida, sino también profética.
Finalmente, Brazil ofrece un cierre inquietante y poderoso que contrasta con finales más convencionales: el amor no triunfa y la realidad se impone sobre la ilusión. Sin embargo, la fantasía sigue siendo un refugio vital, y la película se convierte en una obra que mezcla entretenimiento y reflexión, más relevante que nunca. Disponible en Prime Video y Disney+, Brazil invita a nuevas generaciones a sumergirse en un universo visualmente deslumbrante y conceptualmente profundo, consolidándose como un clásico atemporal de la ciencia ficción y la fantasía.