Pocos nombres en la crónica criminal han tenido un impacto tan silencioso pero devastador como el de Ed Gein. Aunque no es tan conocido como otros asesinos en serie, su historial macabro lo convirtió en una figura de culto para el cine y la cultura pop. Personajes como Norman Bates en Psicosis, Buffalo Bill en El silencio de los inocentes o Leatherface en La masacre de Texas encuentran en él una inspiración directa, prueba de que sus crímenes marcaron un antes y un después en el imaginario colectivo.
Monstruo, la serie de Ryan Murphy para Netflix, regresa con un capítulo dedicado a Gein, considerado uno de los asesinos más perturbadores del siglo XX e interpretado por Charlie Hunnam. Tras el éxito de las entregas centradas en Jeffrey Dahmer y los hermanos Menéndez, la producción ahora aborda al hombre que, a mediados del siglo pasado, horrorizó a la comunidad de Plainfield, Wisconsin, y dejó a la policía con escenas que parecían sacadas de una pesadilla.
El macabro hallazgo en la granja de Wisconsin que paralizó a la policía
El 16 de noviembre de 1957, las autoridades llegaron a la granja de Gein tras la desaparición de Bernice Worden, propietaria de una ferretería local. Lo que encontraron allí superó cualquier expectativa: un escenario digno de una casa de los horrores. El cuerpo de Worden estaba decapitado y colgado de los tobillos, pero ese fue solo el comienzo de una lista interminable de hallazgos espeluznantes.
Dentro de la vivienda se descubrieron utensilios y muebles fabricados con restos humanos. Había cráneos convertidos en tazas y cuencos, sillas tapizadas con piel, lámparas hechas de rostros humanos y hasta una caja con narices conservadas. Entre los objetos más infames figuraba un cinturón confeccionado con pezones femeninos, así como un poste de cortina decorado con labios humanos. La realidad superaba con creces cualquier imagen de Saw, Hostal o Mártires.
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Objetos imposibles de imaginar: el museo del horror en la casa de Ed Gein
De acuerdo a las crónicas revisadas por Helen Morrison (para su libro My Life Among the Serial Killers : Inside the Minds of the World's Most Notorious Murderers) y James Alan Fox (en Extreme Killing: Understanding Serial and Mass Murder), los investigadores también hallaron prendas confeccionadas con restos humanos. Gein había cosido un corsé con el torso de una mujer, además de leggins, guantes y una camisa hecha de piel humana. La macabra finalidad de este “proyecto” era confeccionar un traje completo con el que pudiera transformarse en su madre fallecida, a quien seguía venerando obsesivamente. Según él mismo admitió, se vestía con el traje para caminar por la casa y “sentirse” en su piel.
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Entre las pruebas también figuraban cajas con genitales femeninos, uñas, lenguas y rostros arrancados que colgaban como trofeos macabros en las paredes. El refrigerador y la estufa contenían órganos humanos, incluidos corazones y vísceras. El caso alcanzó un nivel de brutalidad pocas veces documentado, y la escena fue tan impactante que muchos policías declararon no haber podido borrar esas imágenes de su memoria.
La granja de Ed Gein, convertida en atracción morbosa tras el caso, fue destruida en un incendio poco después de su arresto. El fuego borró físicamente la casa, pero no su huella cultural. Hoy, con la nueva serie de Netflix, el nombre de Gein vuelve a los titulares, recordando que la verdadera monstruosidad muchas veces supera a la ficción y que su historia sigue siendo una de las más perturbadoras jamás registradas.