La ciencia ficción es terreno fértil para que el cine explore los límites de la imaginación, por lo que a través de películas que van desde Metrópolis hasta Blade Runner, este género ha ido evolucionado junto con la tecnología transformando tanto sus tramas como sus herramientas de trabajo, pasando de las maquetas y efectos prácticos a la animación por computadora.
Así, en las últimas décadas, los grandes estudios han tratado de mantener un equilibrio entre los efectos visuales digitales y las filmaciones reales, mientras se exploran mundos imposibles en los que se busca hacer sentir a los espectadores que estos realmente existen y pueden realizarse a través de una combinación de técnicas tradicionales, motores de simulación, escaneo 3D y composición de imágenes reales y digitales en una misma toma.
'Duna', la película de ciencia ficción más asombrosa de los últimos años
Un ejemplo de este avance técnico puede verse en Duna que fue la adaptación de Denis Villeneuve a la novela de Frank Herbert, conocida por convertirse en una de las sagas literarias más asombrosas del género. Pero entre los impresionantes paisajes del planeta Arrakis -y las criaturas colosales que lo habitan-, hubo una secuencia que destacó por su dificultad. Esta tomó en total tres meses de trabajo y de que el equipo de efectos visuales diseñara a su protagonista con un nivel de detalle minucioso.
Un pequeño roedor a cambio de tres meses de trabajo
Este fue el ratón del desierto conocido como Muad’Dib -y que da gran sentido a la cinta-, en donde el animal aparece brevemente en Arrakis. Pese a que su duración es corta, la animación fue una de las animaciones más complejas de toda la película, y para realizarla se estudió el comportamiento de animales reales para reproducir cómo se mueve, respira y se adapta al calor del desierto este mamífero. Además, el entorno también fue recreado con gran precisión, ya que cada grano de arena, sombra y reflejo de luz fue calculado para que el ratón pareciera formar parte natural del árido paisaje. Por otra parte, la iluminación del set real en Jordania sirvió de guía para integrar la animación digital con el ambiente físico.
Warner Bros. Pictures
Lo más desafiante fue lograr que el movimiento del ratón se sintiera orgánico y coherente con la atmósfera espiritual de Duna, para que no pareciera un efecto extraño o llamativo, sino un ser vivo que simbolizara la conexión entre los habitantes de Arrakis y su entorno. Por lo tanto, cada salto, cada respiración y cada trazo de arena detrás de sus patas fue animado con precisión para alcanzar esa sensación.
Con esto, Villeneuve y su equipo demostraron que incluso el detalle más pequeño puede tener un enorme peso narrativo en donde el mayor atractivo lo dan los pequeños detalles.