En los últimos años, pocos villanos del cine de terror han causado tanto impacto como The Grabber, el siniestro personaje que Ethan Hawke interpretó en Teléfono negro. Detrás de su máscara y su voz suave se esconde una de las figuras más inquietantes del género moderno, un asesino que aterrorizó a miles de espectadores en 2021 y que ha regresado a las pantallas de Cinépolis y Cinemex con la secuela Teléfono negro 2.
El éxito de la primera película, dirigida por Scott Derrickson y basada en un relato corto de Joe Hill, fue inesperado: recaudó más de 160 millones de dólares en todo el mundo y se consolidó como uno de los filmes de terror más aclamados del año. Pero lo que muchos desconocen es que Teléfono negro no surgió del todo de la imaginación. Parte de su atmósfera y de la esencia del villano nacen de horrores muy reales, enraizados en los suburbios estadounidenses de los años setenta.
Blumhouse Productions
El payaso asesino de los 70 que inspiró al villano de ‘Teléfono negro’
Derrickson ambientó la historia en un vecindario de clase trabajadora del norte de Denver, inspirado en su propia infancia. En una entrevista con The New York Times, el cineasta recordó un entorno donde la violencia era parte del día a día: peleas entre niños, padres que castigaban con dureza y una sensación constante de peligro tras cada puerta cerrada. Ese paisaje emocional, marcado por el miedo y la pérdida de la inocencia, se convirtió en el terreno perfecto para que emergiera un monstruo humano como The Grabber.
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Sin embargo, el germen más oscuro del personaje proviene de uno de los asesinos más infames de la historia estadounidense: John Wayne Gacy, conocido como "El payaso asesino". En los años setenta, Gacy asesinó al menos a 33 jóvenes, enterrando a la mayoría bajo su propia casa. Lo más aterrador era su doble vida: trabajaba como empresario respetable y participaba en eventos infantiles disfrazado de payaso, bajo los alias “Pogo” y “Patches”. Su siniestra costumbre de mezclar lo infantil con lo macabro inspiró directamente el tono perturbador de The Grabber.
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Entre la ficción y la realidad: el terror que persiste
En el relato original de Joe Hill, el villano es un hombre obeso que se disfraza de payaso para engañar a los niños, un guiño evidente al caso Gacy. Sin embargo, Scott Derrickson y el guionista C. Robert Cargill optaron por transformar esa referencia en algo más simbólico. Después del éxito de las películas de It de Andy Muschietti, el director decidió alejarse del territorio del “payaso maldito” y crear un nuevo tipo de icono: un asesino enmascarado cuya frialdad resultara aún más inquietante por su aparente normalidad.
Además de Gacy, se han encontrado ecos de otros asesinos seriales que marcaron la década de los setenta. Dean Corll, apodado "The Candyman", secuestró y torturó adolescentes con la ayuda de cómplices, mientras Ted Bundy utilizaba su encanto para atraer a sus víctimas. En Teléfono negro, estas referencias se funden en una figura que combina la manipulación, la crueldad y una rutina metódica que hiela la sangre. La ficción se convierte así en un espejo deformado de la realidad, donde el horror cotidiano adopta un rostro reconocible.