El cine de terror siempre ha sido un territorio fértil para la reinvención. Cada generación de cineastas toma prestado del pasado, rinde homenaje a sus influencias y, en el proceso, da forma a nuevas pesadillas visuales. Teléfono negro 2, dirigida por Scott Derrickson, es precisamente eso: un homenaje a los clásicos del género, una obra que rescata la esencia del horror ochentero y la reinterpreta con sensibilidad contemporánea. Detrás de sus fantasmas, su atmósfera gélida y su juego entre realidad y sueño, late la influencia de una película olvidada que el propio Derrickson ha reconocido como una de sus inspiraciones más personales.
El slasher ochentero que inspiró a ‘Teléfono negro 2’
Se trata de Curtains, un slasher canadiense de 1983 que, aunque pasó desapercibido en su momento, dejó una de las secuencias más inquietantes y singulares del cine de terror: un asesinato sobre hielo. En Teléfono negro 2, que ya puedes ver en Cinépolis y Cinemex, esa imagen resurge transformada, cuando el siniestro Grabber, interpretado por Ethan Hawke, aparece patinando sobre un lago helado mientras acecha a sus víctimas. Derrickson confesó haber quedado impresionado por aquella escena cuando la vio por primera vez en televisión durante su adolescencia: “Era aterradora, extraña y divertida al mismo tiempo. Me pareció una de las cosas más increíbles que había visto.”
En esta secuela, Grabber busca vengarse de Finn (Mason Thames) atacando desde el más allá a su hermana Gwen (Madeleine McGraw). A través de sus visiones, la niña presencia cómo tres jóvenes son perseguidos en un campamento invernal llamado Alpine Lake. Esa ambientación helada no solo refuerza la conexión con Curtains, sino que también aporta una atmósfera nueva al subgénero del slasher, donde el verano y los bosques han sido, históricamente, los escenarios dominantes.
Blumhouse Productions
Asesinos enmascarados y pistas invernales: el legado de ‘Curtains’
Curtains, dirigida por Richard Ciupka, relata la historia de seis actrices que se reúnen en una mansión aislada para audicionar por un papel cinematográfico, solo para ser acechadas por un asesino enmascarado. Aunque fue mal recibida en su estreno, con los años ha ganado estatus de culto gracias a su estética inquietante, su estructura fragmentada y esa célebre escena en la que la máscara del asesino se refleja en el hielo, mientras el horror se desliza con elegancia mortal.
En Teléfono negro 2, Derrickson (también director de El exorcismo de Emily Rose y Doctor Strange) retoma ese gesto visual y lo integra en un contexto más psicológico. El villano ya no es solo un hombre: es una presencia espectral que invade los sueños y recuerdos de sus víctimas. Su habilidad como patinador, revelada en flashbacks, adquiere un matiz simbólico, un eco de su pasado humano que sobrevive en su forma fantasmal. Con esto, el director no solo homenajea a Curtains, sino que amplía su propio universo de horror, donde lo sobrenatural se funde con la culpa, la infancia y la violencia reprimida.
Simcom Limited
Además de Curtains, la película está plagada de guiños a otras obras emblemáticas del terror. Hay claras resonancias con Pesadilla en la calle del infierno, en la forma en que el Grabber ataca desde el mundo onírico; y con Sinister, la anterior película de Derrickson, en el uso de secuencias filmadas en Super 8 para representar los sueños. Incluso el escenario del campamento evoca los ecos sangrientos de Viernes 13, una saga que definió el espíritu del slasher norteamericano.
Aun con todas estas referencias, Teléfono negro 2 no se siente como una simple colección de homenajes. Derrickson y el guionista C. Robert Cargill logran un equilibrio entre nostalgia y originalidad, creando una historia que respira por sí misma. En su helado homenaje a Curtains y al terror clásico de los ochenta, la película confirma que los monstruos, las máscaras y las pesadillas del pasado siguen siendo, incluso hoy, los espejos más fieles de nuestros miedos presentes.