‘Frankenstein’ de Guillermo del Toro: el poder simbólico del color en los vestidos de Mia Goth
Luis Fernando Galván
Interesado en las religiones del mundo y especialista en arte sacro medieval, mis géneros favoritos son las épicas de fantasía al estilo 'El señor de los anillos', 'Valhalla Rising' y 'El caballero verde', así como el terror religioso de 'El exorcista', 'Saint Maud' y '30 monedas'.

Los vestidos de Mia Goth en ‘Frankenstein’, la nueva película de Guillermo del Toro en Netflix, revelan su alma. Cada color (rojo, azul, verde y blanco) es un símbolo de fe, deseo y muerte que transforma la pantalla en un lienzo místico.

En Frankenstein, la nueva película de Guillermo del Toro que ya puedes disfrutar en Netflix, cada detalle visual tiene un propósito simbólico. Lejos de limitarse a la recreación gótica de la Inglaterra victoriana, el director explora la relación entre fe, naturaleza y redención a través del color. En el centro de este universo cromático se encuentra Mia Goth, quien interpreta dos figuras clave: Claire, la madre del científico, y Elizabeth Lavenza, la prometida del hermano de Victor Frankenstein.

Frankenstein
Frankenstein
Fecha de estreno 23 de octubre de 2025 | 2h 30min
Dirigida por Guillermo del Toro
Con Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth
Usuarios
3,3
Sensacinemx
4,0
Streaming

Rojo, azul, verde y blanco: los secretos detrás del vestuario de Mia Goth

El aclamado director de filmes como El laberinto del fauno y Pinocho convierte el vestuario de Goth en una extensión espiritual de sus personajes. Cada tono (rojo, azul, verde y blanco) funciona como un signo religioso y psicológico, evocando los colores de la pintura sacra del Renacimiento y el Barroco. En sus telas, como en los lienzos de Fra Angelico o Caravaggio, el color no solo ilumina, sino que revela un alma.

Netflix / Metropolitan Museum

El rojo, que predomina en los atuendos de Claire Frankenstein, representa tragedia, pasión y sacrificio. En su versión más intensa, recuerda el carmín del vestido de María en el cuadro Virgen con el Niño y cuatro ángeles del pintor flamenco Gerard David. En la película, Claire aparece envuelta en tonos escarlata durante la etapa de infancia de Victor, como si su amor maternal fuera inseparable de un inminente dolor, como si la prenda fuera un emblema de fe y advertencia: la ciencia del hijo mancha con sangre el sacrificio de la madre.

Netflix / Galería Uffizi

En contraste, Elizabeth Lavenza encarna la transparencia emocional y la atracción a través del azul. Los vestidos con reflejos de zafiro y aguamarina evocan serenidad, pero también misterio. Son los mismos tonos con los que la Virgen es representada tanto en La Anunciación como en La Virgen de las Rocas, ambas de Leonardo da Vinci, donde el azul es sinónimo de devoción y apertura al milagro. En Frankenstein, ese color señala el momento en que Victor se siente atraído no por el cuerpo, sino por la mente y el espíritu de Elizabeth: ella encarna lo que él busca crear, una forma de vida pura, pero inaccesible.

Netflix

Entre la tragedia y la redención: los colores que narran ‘Frankenstein’

El verde, por su parte, refleja la unión entre Elizabeth y la naturaleza. En la tradición cristiana, el verde es símbolo de esperanza y resurrección, pero en el cine de del Toro se vuelve ambivalente: es el color de la vida y también de la corrupción. Los velos verdes que cubren el rostro de Elizabeth evocan a la vez protección e idealismo, como si su pureza necesitara un filtro frente a la mirada de los hombres. En ciertas escenas, la textura translúcida del tul verde recuerda el resplandor de El jardín de las delicias de Hieronymus Bosch, un paraíso que se degrada bajo el deseo humano, bajo la obsesión de Victor.

Netflix / Museo del Prado

El blanco aparece como la última manifestación del alma de Elizabeth: pureza, compasión y sacrificio. En su último encuentro con la Criatura (Jacob Elordi), cuando lo mira sin horror, viste de un blanco casi etéreo, un tono que remite al de los ángeles en La Inmaculada Concepción de Esteban Murillo. Ese blanco no es inocencia pasiva, sino una forma de resistencia moral frente al pecado de la creación artificial. El cuerpo de Goth, vestido de blanco, es, en palabras de su diseñadora Kate Hawley, “la encarnación de lo incorruptible en medio del barro y la sangre del experimento”.

El contraste entre los colores de Elizabeth y los de Victor Frankenstein subraya la fractura entre creación y comprensión. Mientras él viste de negro, dominado por la obsesión y el pecado, ella brilla en tonos luminosos que sugieren empatía. En términos pictóricos, del Toro recrea la tensión entre luz y sombra, donde la iluminación no embellece, sino que revela la culpa. En este sentido, los vestidos de Mia Goth no son ornamentos, sino oraciones de tela. El rojo es sacrificio, el azul es deseo, el verde es esperanza y el blanco, perdón. En su movimiento entre estos tonos, la actriz parece recorrer el mismo camino que la humanidad: del fuego prometeico a la luz de la comprensión.

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