La figura de Keanu Reeves está asociada, para muchos, al vértigo de la acción y la violencia estilizada de John Wick. Coreografías milimétricas, armas coreografiadas como danza letal y un protagonista que avanza con frialdad imparable son los ingredientes de esta intensa franquicia. En otros títulos como Matrix Resurrections, 47 Ronin o Speed, Reeves encarna héroes que sobreviven a escenarios extremos, donde la espectacularidad visual y el ritmo frenético sostienen la narrativa.
El drama íntimo de Keanu Reeves en Netflix rodeado de dudas y advertencias
En 2017 Netflix lo presentó en Hasta el hueso, un drama íntimo y sobrio que abordaba una realidad muy distinta, la de los trastornos alimentarios. Lejos del papel del vengador imparable, Reeves interpretó aquí al Dr. Beckham, un terapeuta sereno, distante y casi impasible. El contraste entre la brutalidad de sus filmes anteriores y esta aproximación delicada al sufrimiento psicológico llamó la atención del público, aunque no necesariamente para bien: la película pronto se vio envuelta en una controversia que opacó cualquier mérito artístico.
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Con Reeves en el elenco y Lily Collins en un papel profundamente emocional, la plataforma apostaba por un drama que explorara la psicología oscura de la anorexia desde una perspectiva honesta y directa. Sin embargo, el estreno se convirtió en un detonante de críticas. Aunque muchos escucharon sobre ella, pocos la terminaron, y su recepción se desinfló rápidamente, en parte por la presión de grupos que pidieron incluso su prohibición.
La película sigue a Ellen, una joven que enfrenta un caso severo de anorexia mientras intenta recuperarse bajo un método terapéutico poco convencional. Collins ofrece una actuación desgarradora, marcada por una fisicalidad real y dolorosa. En la casa de recuperación, Ellen convive con otros pacientes que atraviesan sus propias batallas, y el filme despliega una serie de vínculos frágiles que buscan humanizar la enfermedad. El problema, sin embargo, radica en su inconsistencia tonal: drama crudo, coming-of-age romántico y relato de redención se mezclan sin una decisión clara, como si el algoritmo de Netflix jugara con distintas versiones de la misma historia.
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El debate clínico en ‘Hasta el hueso’: advertencias, efectos y responsabilidad narrativa
La directora Marti Noxon, conocida por Buffy the Vampire Slayer y UnREAL, intentó aportar autenticidad basándose en su propia experiencia con trastornos alimenticios. Aun así, la polémica fue inmediata. Organizaciones de salud mental alertaron sobre el riesgo de que determinadas escenas (desde conteos obsesivos de calorías hasta imágenes explícitas del cuerpo emaciado de la protagonista) fueran desencadenantes para espectadores vulnerables. Algunas voces acusaron al filme de trivializar o incluso glamorizar la anorexia, pese a sus intenciones de denuncia.
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Expertos como la psiquiatra Dasha Nicholls advirtieron que Hasta el hueso podía resultar peligrosa incluso para espectadores sin antecedentes de este tipo de trastornos, al presentar una narrativa que podría interpretarse como “enriquecedora” o con un final relativamente esperanzador. La preocupación principal radicaba en que jóvenes susceptibles pudieran percibir la enfermedad como una vía para enfrentar conflictos internos. Otros especialistas, como la psicóloga Carolyne Keenan, insistieron en que Netflix debía incluir advertencias claras, subrayando la necesidad de consumo responsable y supervisado.
La controversia se intensificó cuando salió a la luz la drástica pérdida de peso de Lily Collins para interpretar a Ellen, especialmente porque la actriz había hablado previamente sobre su propia historia con trastornos alimenticios. Esto abrió un debate ético: ¿hasta qué punto es válido exigir transformaciones físicas tan extremas para representar una enfermedad que, en sí misma, puede ser mortal? Para muchos, esto representaba un riesgo innecesario y un mensaje contradictorio dentro de un filme que pretendía concientizar.