En los últimos años se ha hecho cada vez más relevante la conversación en torno a la inteligencia artificial y su uso en distintos campos. Desde el arte, pasando por la actuación y hasta cosas cotidianas de nuestro día a día, la tecnología se colado cada vez más en la vida que títulos como Her, Ex-Machina o I am mother se sienten peligrosamente más cercanas que nunca.
Ahora, ¿qué tan lejos hay que llegar para que una inteligencia artificial nueva aprenda de nosotros y de respuestas cada vez mejores? Para jugar con esa idea y llevarla a un extremo aterrador está TAU, cinta del 2018 que hasta podría hacerte temer hasta de tu convivencia con tu asistente virtual preferido.
Cuando una casa inteligente se convierte en prisión
Dirigida por Federico D'Alessandro TAU sigue a Julia (Maika Monroe) una joven que es secuestrada por un inventor y encerrada como sujeto de prueba en una casa inteligente controlada por una IA llamada Tau. Alex (Ed Skrein), quien la tiene presa le ha conectado un implante neuronal para recopilar datos mientras ella resuelve puzzles cognitivos y otros ejercicios.
Mientras Alex abandona la casa, la vigilancia de Julia y el resto de sujetos de prueba que también ha secuestrado queda bajo la supervisión de Tau, con voz del cameleónico Gary Oldman, y su robot asesino Aries.
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Aunque Julia y las otras personas intentan escapar, todo es vano y ella queda nuevamente a merced de Alex y su tecnología ávida por conocimiento.
¿Qué tanto se puede confiar en la IA?
Al igual que historias como Cassandra, esta cinta juega con la idea de qué tanto se puede compartir con una inteligencia artificial y especialmente si esta es capaz de sentir algo; como empatía o afecto aún cuando está basada puramente en datos recopilados.
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TAU revisita esa constante en las narrativas de robots y tecnología que abordan las tres leyes de Isaac Asimov, aunque no lo hace de forma literal. Pone sobre la mesa la posibilidad de formar un vínculo genuino con una inteligencia artificial destapando la verdadera naturaleza de todos los que intervienen en el proceso de su creación.
Aunque la película no tiene la mejor recepción de la crítica o el público es una buena alternativa para ver si te gusta la ciencia ficción cargada de tensión psicológica y dilemas morales. Sus 97 minutos de duración son el pretexto perfecto para explorar el lado más oscuro de la tecnología y su uso.