El cine ha encontrado en los músicos un territorio fértil para explorar obsesiones, fragilidades y transformaciones. Desde Inside Llewyn Davis con Oscar Isaac, que retrata la lucha de un artista por sobrevivir en un entorno que lo supera, hasta Whiplash de Damien Chazelle, donde la perfección se vuelve una forma de violencia emocional, estas obras revelan cómo el sonido moldea identidades.
Otras obras (como Allegro con Ulrich Thomsen o Control de Anton Corbijn) muestran distintas facetas del proceso creativo y el peso emocional que implica dedicar la vida a la música. En estas historias, la música no es solo un elemento narrativo, sino una experiencia sensorial que define la manera en que los personajes se relacionan con el mundo. A través de ritmos, silencios o distorsiones, se retrata lo que significa vivir para el arte y cómo un músico puede perderse o encontrarse dentro de él.
Prime Video tiene la película que transforma el silencio en una revelación emocional
Es justamente en esa tradición donde aparece Sound of Metal, una obra que no solo se suma al canon, sino que lo sacude por completo, replanteando lo que entendemos por escuchar, sentir y reconstruirse cuando todo aquello que te definía desaparece. Dirigida por Darius Marder y estrenada en 2019, la película sigue a Ruben Stone, un baterista de metal cuya vida cambia abruptamente cuando pierde la mayor parte de su audición.
Interpretado por un comprometido Riz Ahmed, Ruben se enfrenta al derrumbe de su identidad artística y emocional, iniciando un camino forzado hacia un mundo que jamás había imaginado. La película, lejos de centrarse únicamente en el drama de la pérdida, escarba en las capas más íntimas del personaje, revelando la fragilidad de alguien que necesita comprenderse de nuevo para poder continuar.
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‘Sound of Metal’: la experiencia auditiva más potente de los últimos años
La interpretación de Ahmed es un punto de inflexión en su carrera. No solo aprendió a tocar la batería, sino que se adentró en la comunidad sorda, estudiando Lengua de Señas Americana para comprender desde la experiencia el universo al que su personaje es arrojado. Ese compromiso permite que Ruben sea un retrato complejo, visceral y profundamente humano. El espectador acompaña cada una de sus emociones: la angustia inicial, la frustración, la negación y, poco a poco, el asombro ante una realidad que no gira alrededor de la pérdida, sino de la posibilidad de una vida distinta.
Uno de los grandes aciertos de Sound of Metal es que no construye una historia de superación tradicional. Al contrario, muestra con honestidad la tensión entre dos concepciones de la sordera: como algo que debe repararse o como una forma válida de vivir. Ruben, atrapado en su impulso de solucionar todo de inmediato, se aferra a la idea de recuperar lo perdido a cualquier costo, incluso cuando ese impulso lo lleva a ignorar la riqueza y dignidad de la comunidad que lo acoge. La película plantea una pregunta esencial: ¿qué significa realmente escuchar y ser escuchado?
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La puesta en escena de Marder transforma el sonido en un personaje más. La mezcla auditiva, que ganó el Oscar por su audacia, recrea la percepción fragmentada y distorsionada de Ruben, sumergiendo al espectador en su confusión y vulnerabilidad. Cada transición entre claridad, ruido o silencio absoluto es un golpe emocional que amplifica la narrativa. La edición, precisa y contenida, sostiene un ritmo que permite sentir cada respiración, cada pausa y cada ruptura. Sound of Metal no necesita grandes gestos para conmover: basta con la forma en que el sonido desaparece o regresa para contar la evolución del protagonista.