The White Lotus se ha convertido en una de las antologías más incisivas de la televisión contemporánea. Su creador, Mike White, ha construido una franquicia que observa con ironía, incomodidad y lucidez el choque entre turistas adinerados y realidades locales. Para su tercera temporada, la serie viaja hasta Tailandia, un paraíso que, tal como ocurre en las entregas anteriores, oculta tempestades bajo su apariencia de calma.
Un paraíso fracturado desde el primer minuto
El inicio no decepciona: un joven huésped entra en pánico durante una sesión de meditación tras escuchar disparos y hallar un cadáver flotando en una laguna. Con esta escena, White Lotus repite su fórmula característica: una muerte misteriosa que corrompe la tranquilidad del resort, seguida de un salto atrás en el tiempo para observar la llegada de los nuevos huéspedes y el lento desmoronamiento de sus máscaras.
Los recién llegados componen una galería de tensiones en potencia. La familia Ratliff enfrenta incomodidades familiares y choques con la filosofía “wellness” del hotel. Tres amigas intentan convencerse de que están “en su mejor momento”, mientras una de ellas deja ver grietas profundas bajo el disfraz de éxito. A esto se suma un hombre inquieto que busca razones ocultas en el resort, acompañado por su novia, poco interesada en sanar su espíritu.
Rip Cord Productions
Un resort idílico donde nada es lo que parece
Detrás de los jardines, cabañas lujosas y rituales de bienestar, el personal también lucha con sus propios conflictos. La mentora Mook enfrenta la presión del trabajo; el gerente Fabian sigue órdenes desconcertantes de la cofundadora del resort; el guardia Gaitok intenta mantener el control en un entorno enrarecido. Y entre ellos destaca Belinda, proveniente del White Lotus de Hawái, quien regresa con la esperanza de un nuevo inicio tras años difíciles.
Fiel a su estilo, Mike White combina humor ácido, crítica social y observación emocional. El choque cultural, las dinámicas laborales abusivas y la hipocresía espiritual son hilos que se entrelazan con el misterio central. Aunque la violencia parece lejana al paisaje exuberante de Tailandia, basta observar las interacciones para sentir que la armonía del lugar está a punto de romperse.
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La tercera temporada mantiene el sello de la franquicia conformado por risas nerviosas, tensión creciente y una mirada corrosiva hacia el turismo de lujo. Tailandia se convierte, entonces, en un escenario perfecto para mostrar cómo el exotismo puede ser manipulado, idealizado y explotado hasta que una muerte rompe la ilusión de descanso, dejando claro que The White Lotus sigue siendo una disección brillante de las relaciones de poder.