Si prefieres ver el mundo arder antes que hacer propósitos, siente la tensión de este clásico de desastres con un barco de lujo que se voltea justo cuando empieza el año
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Esta película convierte la fiesta de Año Nuevo en una pesadilla: un barco volteado, un elenco estelar y una carrera contra el tiempo. Un clásico del cine de desastres que combina emoción, caos y nostalgia setentera.

Twentieth Century Fox

La llegada del Año Nuevo suele asociarse con esperanza, renovación y promesas de cambio. Sin embargo, The Poseidon Adventure, clásico de catástrofes de 1972, propone exactamente lo contrario: un reinicio brutal, caótico y sin garantías. La película incluso permite sincronizar la cuenta regresiva del filme con la real si se reproduce a las 11:35:15 p.m., convirtiendo la festividad en una experiencia tensamente irónica. Y aunque su tono es abiertamente melodramático, esa mezcla de tragedia, grandilocuencia y fatalismo la convierte en una propuesta irresistible para quienes prefieren el vértigo de ver el mundo ponerse de cabeza antes que elaborar listas de propósitos.

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Un barco condenado desde su zarpe

El SS Poseidon inicia su último viaje hacia Atenas antes de ser desmantelado, forzado por sus dueños a navegar a máxima velocidad pese a los riesgos que implica. Esa avaricia empresarial se vuelve el detonante cuando un gigantesco tsunami golpea el barco y lo voltea por completo. Lo que debería ser una celebración elegante se transforma en una carrera desesperada por sobrevivir: un pequeño grupo de pasajeros intenta escalar, literalmente, hacia el fondo del barco con la esperanza de encontrar una salida.

Uno de los grandes aciertos del productor Irwin Allen fue reunir un reparto repleto de figuras reconocidas, fórmula que el género adoptaría con entusiasmo. La presencia de Gene Hackman sorprendió al público: después de ganar un Oscar por The French Connection, muchos consideraron un retroceso participar en un espectáculo abiertamente melodramático. Sin embargo, Hackman no solo sostuvo la película, sino que la elevó con su intensidad y convicción interpretando al reverendo Frank Scott, un líder lleno de rebeldía, fe desgastada y determinación.

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El espíritu del cine de desastres clásico

Parte del encanto del filme reside en sus escenas deliberadamente exageradas. Desde el icónico “By the way, Happy New Year” del capitán Harrison, pronunciado segundos antes del desastre, hasta el patetismo casi teatral del solitario James consolando a Nonnie tras la muerte de su hermano, la película abraza un sentimentalismo que hoy puede parecer ingenuo, pero que funciona dentro de su propio código emocional.

The Poseidon Adventure también sorprende por su lectura más subversiva. En su tramo final, el discurso furioso de Hackman sugiere que Dios podría ser el villano invisible del filme, un golpe temático inesperado en un relato que, hasta entonces, navegaba entre la tragedia humana y la aventura. Esta arista añade una capa interpretativa que ha alimentado debates durante décadas, mostrando que incluso en su aparente simpleza la película es capaz de articular ideas provocadoras sobre destino, justicia y sacrificio.

Estrenada el mismo año que El Padrino y Cabaret, la película triunfó al combinar grandes efectos, un elenco de lujo y muertes impactantes, siguiendo la estela marcada por Airport. Su éxito consolidó la fórmula del género durante la década: escenarios espectaculares, dilemas morales, multitud de personajes y una buena dosis de tragedia. Aunque hoy la propuesta pueda parecer ingenua o anticuada en comparación con su remake de 2006 o con las producciones digitales contemporáneas, su autenticidad emocional y su construcción artesanal conservan un magnetismo especial.

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