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    'Game of Thrones': ¡El tercer episodio casi nos mata!

    'The Long Night' nos presentó una batalla épica llena de momentos que nos mantuvieron al borde del asiento y otros que nos hicieron llorar.

    ¡ALERTA DE SPOILERS!

    Seguro están igual que yo y todavía les tiemblan las manos, les duela la panza y tienen taquicardia después de ver The Long Night, la tercera entrega de la octava temporada de 'Game of Thrones'. ¡Qué episodio! Sin duda se notaron las 55 noches de filmación nocturna en la nieve y todo lo que les contamos sobre cómo se filmó la Batalla de Winterfell y tristemente, muchos resultados fueron como lo predijeron los expertos militares sobre quién podría ganarla.

    Una vez más el error y la soberbia humana se interpusieron con el sentido común y a nadie se le ocurrió espiar tras líneas enemigas, por lo menos para saber de qué tamaño era el ejército enemigo. Quedarse atrincherados en Winterfell y subestimar al contrario fueron el error más grande de los vivos, quienes, al parecer, olvidaron que era un ejército de muertos (así que no tienen, literalmente, nada que perder) y que eran comandados por alguien que podía traerlos de regreso a la vida, con lo que su ejército se multiplicaría en el momento que él quisiera.

    Para rematar, no recurrieron a ningún elemento sorpresa, como una nueva arma o alguna emboscada. Vaya, ni siquiera pusieron a estudiar a Sam (John Bradley) en sus libros robados de la Ciudadela, a ver si encontraban alguna receta antigua sobre cómo eliminarlos. Nada. El resultado, como pudimos ver, fue una masacre tan épica como la batalla, que borró a los Dothraki de la faz de la Tierra, bajó las líneas de los Inmaculados a la mitad y estuvo a punto de provocarme un infarto. 

    En cuánto a la soberbia, una vez más quedó del lado de Daenerys (Emilia Clarke), de quien jamás pudimos entender por qué no se adelantó con los dragones y comenzó a achicharrar zombies en cuanto estuvieron cerca de Winterfell. Puede ser un fallo del guion, creado para permitir que los White Walkers tomaran casi el control, o bien, es el típico ejemplo del estilo de George R.R. Martin, quien ha dicho varias veces que cuando se enfrenta a la decisión que un personaje debe tomar, siempre apuesta porque va a elegir la equivocada... como aterrizar en un campo de batalla repleto de paletas de zombie y pensar -una vez más- que Drogon es invencible.

    Sin duda la acción de la batalla fue épica, emocionante e impresionantemente bien lograda por el director, Miguel Sapochnik, sobre todo durante el clímax, cuando eligió utilizar música melancólica y cámara lenta para que saboreáramos mejor la tragedia que se estaba llevando a cabo frente a nuestros ojos. Quizá lo único a lamentar es que algunas escenas son demasiado oscuras o poco claras entre tanta nieve y humo... o tanto pixel, porque la transmisión fue terrible y estamos por abordar eso en otra nota.

    Con todo, la acción no fue lo único en la batalla y Sapochnik nos regaló momentos emotivos y entrañables en el arco de los principales personajes y así pudimos ver a The Hound (Rory McCann) venciendo su terror al fuego para salvar a Arya (Maisie Williams), a Sansa (Sophie Turner) y a Tyrion (Peter Dinklage) compartir -detrás de la cripta de Ned Stark (Sean Bean)- un instante de intimidad en el que sus miradas nos contaron siete temporadas, y por supuesto, las trágicas y heróicas muertes de Lyanna Mormont (Bella Ramsey), Ser Jorah (Iain Glen), quien terminó como empezó: defendiendo a su reina, y Theon (Alfie Allen), que finalmente se pudo ir al cielo redimido, con la conciencia tranquila sabiendo que era un buen hombre. Con todo, existe también la sensación de que nos faltaron muertes. Suena feo, pero en la tradición de 'Game of Thrones', esperábamos más decesos de personajes importantes.... queremos creer que no es fan service, así que muy probablemente nos tienen reservada alguna sopresa nefasta.

    Finalmente, el utilizar a Bran (Isaac Hempstead-Wright) como carnada fue lo mejor que pudieron hacer y muy probablemente 'El cuervo de tres ojos' ya sabía cuál sería el desenlace. Por eso apareció Melissandre (Carice Van Houten), cuyo verdadero propósito en la batalla resultó ser el recordarle a Arya que ella sabía perfectamente cómo lidiar con la muerte. Y no hay manera de negar que el desenlace fue de lo más emocionante que hemos visto, aunque -por lo menos a mí- me dejó con la sensación de que fue una resolución demasiado rápida para algo con lo que nos han amenazado desde el primer episodio. Por lo pronto, además, nos deja con muchas preguntas sin responder en cuanto a la mística del Rey de la Noche y sus caminantes. 

    En cuánto al arco narrativo, cada vez más el mensaje global de la historia apunta a que todos tenemos un propósito, como lo señala Melissandre ante la muerte de Belic, y que todo pasa por algo, como se lo hace ver Bran a Theon junto al árbol de los dioses. Pero aún nos falta y en 'Game of Thrones' todo puede pasar. Ahora la amenaza tiene otro nombre y se llama Cersei Lannister (Lena Headey). Y así, el camino al Trono de hierro es cada vez más un juego de reinas, en el que por lo pronto, fueron las mujeres las que salvaron la noche en la Batalla de Winterfell. 

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