¡Solo 30 segundos! Uno de los mejores cameos con este actor legendario que se robó el final de la película
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Esta aparición de una leyenda de Hollywood se sintió auténtica, elegante y completamente inesperada, aunque sólo duró 30 segundos.

Si creías que los cameos sorpresa eran un invento de hoy, como Daniel Craig convertido en stormtrooper en Star Wars: El despertar de la Fuerza o la gloriosa mini escena de Brad Pitt electrocutado en Deadpool 2, es momento de ajustar tu radar de cinéfilo. Desde hace décadas, el cine ha sabido jugar con nuestras emociones al incluir apariciones secretas de estrellas que nadie esperaba ver, aunque sea por un par de segundos.

Sin embargo, hay un cameo que no solo fue icónico, sino que se robó el final de toda una película, y lo más sorprendente, es que lo logró con tan solo 30 segundos en pantalla. Hablamos de una aparición tan breve como gloriosa, protagonizada por una leyenda del cine que no necesitó efectos especiales ni frases memorables para volverse inolvidable. Si bien sucedió hace ya 34 años, aún se recuerda como si hubiera pasado ayer.

Hablamos de nadie más y nadie menos que del incomparable Sean Connery, el primer James Bond, el eterno galán escocés, el hombre cuya sola presencia impone respeto. Su aparición fue en Robin Hood: Príncipe de los ladrones de 1991, esa versión noventera del arquero más famoso del bosque de Sherwood, protagonizada por Kevin Costner, Morgan Freeman y Alan Rickman en uno de sus papeles más deliciosamente malvados.

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Y aunque toda la película es una aventura medieval digna de maratón, con trajes, espadas, discursos heroicos y música de Bryan Adams de fondo, es el final el que nos deja boquiabiertos con una jugada maestra. Cuando Robin Hood y Lady Marian están a punto de casarse, el sacerdote que oficia la ceremonia resulta ser el mismísimo Rey Ricardo Corazón de León. Y cuando se quita la armadura, aparece Connery con esa voz inconfundible, diciendo una frase breve, pero poderosa.

Lo más impactante no fue solo que apareciera, sino cómo lo hizo sin que nadie lo esperara, y en un momento crucial que cierra la película con broche de oro. Fueron apenas 30 segundos de pantalla, sin batalla épica ni discurso largo, pero con una fuerza que elevó toda la escena. Porque lo cierto es que Sean Connery podía aparecer por medio minuto y aún así dejar claro quién manda.

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¿Y cómo lograron que participara? Pues resulta que fue una colaboración exprés, en la que el actor solo pidió que el dinero que le pagaran un millón de dólares pero que se destinaría a organizaciones benéficas. Este fue un gesto digno de Sean Connery como todo un rey dentro y fuera del set, con un tipo de cameo que no se ven todos los días.

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