Alex Garland es uno de los cineastas más respetados del género de ciencia ficción en los últimos tiempos. Desde que irrumpió en la industria con el guion de 28 Days Later en 2002, su carrera se ha caracterizado por abordar historias provocadoras, como Never Let Me Go y Annihilation. Con su mirada aguda y estilo inconfundible, Garland se ha consolidado como un narrador capaz de combinar reflexión y tensión, colaborando con actores y directores de gran talla.
Dentro de su filmografía, Ex Machina, estrenada en 2014, destaca como su obra maestra, una película que no solo revitalizó el cine de ciencia ficción minimalista, sino que también anticipó muchos de los debates actuales sobre inteligencia artificial. Ahora que este filme ya está disponible en Netflix, es el momento perfecto para descubrir (o redescubrir) por qué esta inquietante historia de máquinas y humanidad sigue siendo tan vigente.

Alex Garland y la creación de una obra maestra de la ciencia ficción moderna
La trama de Ex Machina gira en torno a Caleb (Domhnall Gleeson), un joven programador que gana un concurso para visitar la remota casa-laboratorio de su jefe, Nathan (Oscar Isaac). Allí descubre que ha sido seleccionado para interactuar con Ava (Alicia Vikander), una androide con inteligencia artificial avanzada, con el propósito de evaluar su conciencia. Sin embargo, pronto queda claro que las intenciones de Nathan no son del todo inocentes y que la interacción entre humano y máquina será mucho más peligrosa de lo que parece.
Aunque a simple vista la historia puede sonar como otro relato clásico sobre IA, Garland logra transformar esta premisa en un thriller psicológico claustrofóbico y elegante. La atmósfera opresiva, las interpretaciones magistrales y el diseño visual impecable sumergen al espectador en una creciente sensación de paranoia. Cada conversación, cada silencio entre Caleb y Ava, se convierte en una batalla sutil por la verdad, la supervivencia y la libertad.

Uno de los grandes logros de Ex Machina es su capacidad para desafiar la noción de héroes y villanos. Nathan, el creador de Ava, es presentado como una figura narcisista y explotadora, mientras que Caleb, aunque aparentemente bien intencionado, también proyecta sus propios deseos en la androide. Ava, por su parte, nunca se define como una amenaza, sino como alguien luchando por su autonomía en un mundo diseñado para controlarla.
La relevancia de Ex Machina se ha potenciado con el paso del tiempo. En plena era de la inteligencia artificial en redes sociales, algoritmos y asistentes virtuales, la película resulta más actual que nunca. Garland no presenta la IA como una fuerza destructiva tipo Terminator, sino como una presencia silenciosa y seductora que se integra en nuestras vidas, apelando a nuestras emociones y manipulando nuestras necesidades más humanas.
