Robin Williams fue mucho más que un actor: fue un huracán de carisma, una tormenta de risas y, sin duda, uno de los talentos más entrañables que ha dado el cine. Con su energía inagotable, su capacidad camaleónica y esa chispa inconfundible en los ojos, logró que generaciones enteras lo recordaran por papeles tan variados como el profesor John Keating en La sociedad de los poetas muertos, el doctor Patch Adams que curaba con humor, o aquel padre que se convirtió en una niñera escocesa con peluca y pastel en la cara en Papá por siempre.
Williams no sólo actuaba: improvisaba, cantaba, imitaba y se transformaba. Cada aparición suya, fuera en cine, entrevistas o especiales de comedia, era una especie de espectáculo espontáneo que te atrapaba sin darte cuenta. Sin embargo, hay una participación que ha quedado casi oculta en el tiempo, pero que merece ser reivindicada como una de las más brillantes, descontroladas y absolutamente hilarantes de su carrera.

Y no fue en una película, sino en televisión en un show de comedia. Todo ocurrió en el año 2000, cuando Williams se unió al elenco del programa Whose Line Is It Anyway?, específicamente en el noveno episodio de la tercera temporada, transmitido por la cadena ABC. Y si nunca has oído hablar de este show, se trata de una serie de comedia de improvisación donde los actores deben interpretar juegos absurdos sin guion, usando solo su ingenio, reflejos mentales y mucho, pero mucho sentido del humor.

Desde el momento en que entró al escenario, Robin desató el caos más glorioso que se vio en ese set. En juegos como "Scenes from a Hat" y "Sound Effects", demostró que puede convertir cualquier sugerencia aleatoria, desde ser un vaquero con alergia a los caballos hasta un astronauta enamorado de su casco, en comedia de oro puro. Lo más impresionante es cómo logró adaptarse al ritmo del resto del elenco, mientras mantuvo su propia frecuencia creativa en otra dimensión.

A pesar de su brillantez, este episodio no es tan recordado como debería. Tal vez porque no fue parte de una serie, ni ganó premios, ni tuvo la difusión global de sus películas. Pero los fans más clavados de Robin Williams saben que esos 22 minutos en Whose Line Is It Anyway? son oro puro. Y ahora que está disponible en internet, es momento de redescubrirlo, compartirlo y reírse como si no hubiera mañana.
