En el mundo de la psicología popular, el llamado “síndrome de Tarzán” ha ganado notoriedad al describir a personas que no pueden estar solteras por mucho tiempo. Así como el célebre personaje de la selva no suelta una liana hasta tener la siguiente en sus manos, quienes padecen este patrón emocional saltan de una relación a otra sin detenerse a procesar rupturas o construir una identidad lejos del vínculo romántico.
Este comportamiento no se refiere simplemente a tener varias relaciones seguidas, sino a la imposibilidad de permanecer en soltería sin experimentar ansiedad, vacío o pérdida de propósito. Las personas con este patrón tienden a idealizar rápidamente a sus nuevas parejas, establecer vínculos intensos de forma precipitada y usar la relación como refugio emocional. Aunque no es una condición médica reconocida oficialmente, muchos terapeutas lo identifican como un comportamiento frecuente que puede generar sufrimiento y relaciones inestables.
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Saltando de liana en liana: el síndrome de Tarzán en el cine y en la vida real
En el cine, este tipo de conducta ha sido representada con frecuencia. Películas como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (dirigida por Michel Gondry y escrita por Charlie Kaufman) aluden a cómo los personajes saltan rápidamente entre relaciones para evitar el dolor emocional. 500 días con ella (protagonizada por Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deachanel) también retrata el idealismo romántico y la dificultad de enfrentar la soledad tras una ruptura. Aunque los protagonistas no siempre sufren explícitamente este “síndrome”, sus dinámicas lo ilustran de forma poderosa.
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En la vida real, Jennifer Lopez es una de las celebridades que más se ha relacionado con este patrón. Desde los años noventa, la artista ha tenido múltiples relaciones mediáticas, algunas muy breves y otras que terminaron en matrimonios. Su regreso con Ben Affleck, tras una historia compartida veinte años atrás, es tan emblemático como controversial. Aunque ha declarado sentirse realizada y feliz, sus continuas transiciones entre parejas públicas (incluyendo Cris Judd, Marc Anthony, Casper Smart, Drake y Alex Rodriguez) han sido interpretadas por algunos como signos de dependencia emocional y búsqueda constante de afecto.
Ben Affleck, por su parte, ha vivido relaciones de larga duración, pero también ha mostrado una tendencia a involucrarse rápidamente después de separaciones importantes. Su breve relación con Ana de Armas, seguida del reencuentro con Jennifer Lopez, evidencian una posible necesidad de no permanecer solo por largos periodos. En entrevistas ha admitido su batalla contra adicciones y momentos oscuros, lo que podría estar relacionado con la búsqueda de vínculos emocionales inmediatos como mecanismo de contención.
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El caso del comediante y actor Pete Davidson (que protagonizó The King of Staten Island de Judd Apatow) también ha captado la atención por su historial sentimental. Con relaciones consecutivas con Ariana Grande, Kim Kardashian, Emily Ratajkowski, Kate Beckinsale, Margaret Qualley y otras celebridades en muy poco tiempo, Davidson ha sido retratado como alguien que necesita estar en pareja constantemente. En entrevistas ha reconocido sus luchas con la salud mental, lo cual podría estar vinculado a esa búsqueda constante de conexión emocional como una forma de alivio o estabilidad.
Reflexionar sobre el síndrome de Tarzán nos invita a pensar en cómo enfrentamos la soledad, cómo construimos vínculos y cuánto peso ponemos en estar en pareja. Las celebridades pueden ser espejos exagerados de nuestras propias dinámicas emocionales. Al final, aprender a soltar una “liana” sin tener otra a mano puede ser un gesto de valentía emocional: implica confiar en uno mismo y en la capacidad de sostenernos sin depender exclusivamente del afecto ajeno.