Netflix se ha convertido en el refugio perfecto para los amantes de los thrillers psicológicos cargados de tensión, erotismo y manipulación emocional, tal como ocurre en esta obra que acaba de llegar a la plataforma y está en boca de todos. Entre las propuestas más provocadoras del catálogo actual destacan títulos como Juego limpio de Chloe Domont, El juego de Gerald de Mike Flanagan y 365 días con Anna-Maria Sieklucka, historias donde los personajes se ven atrapados en redes de mentiras y deseo, cruzando límites peligrosos en nombre del poder, la ambición o el placer.
Dentro de este universo, La jefa emerge como una propuesta española que no deja indiferente. Dirigida por Fran Torres y protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón y Cumelén Sanz, esta historia sigue la tensa y ambigua relación entre Sofía, una joven ambiciosa que empieza a trabajar en una prestigiosa firma de moda, y Beatriz, su carismática pero dominante jefa. Cuando Sofía queda embarazada de manera inesperada, Beatriz le hace una propuesta que suena demasiado buena para ser cierta: que le ceda a su bebé a cambio de estabilidad económica y un ascenso en su carrera.

‘La jefa’: cuando el poder se disfraza de generosidad y el deseo se convierte en amenaza
Lo que en un principio parece un acuerdo mutuamente beneficioso se transforma pronto en una relación de poder desequilibrada, marcada por la manipulación emocional y una tensión latente que roza lo sexual. Sofía, atrapada entre la culpa, el deseo de ascenso y una creciente desconfianza, acepta vivir en casa de Beatriz hasta el nacimiento del bebé, iniciando así una etapa de aislamiento progresivo y control absoluto. Poco a poco, la joven comienza a notar que su vida está siendo monitoreada, y lo que parecía un trato profesional comienza a adquirir matices oscuros y perturbadores.
A medida que avanza la trama, el guion revela su verdadera apuesta: mostrar cómo el poder puede pervertir incluso los lazos más íntimos y cómo una mujer puede convertirse en prisionera del deseo ajeno bajo la fachada del éxito. La figura de Beatriz, inicialmente admirada por su inteligencia y liderazgo, se convierte en una amenaza omnipresente. Su obsesión por controlar cada detalle, incluido el embarazo de Sofía, la lleva a vulnerar todas las barreras éticas y emocionales posibles.

La transformación emocional de Sofía es uno de los ejes más potentes del filme. Lo que comienza como una decisión pragmática evoluciona hacia una pesadilla digna de síndrome de Estocolmo, en la que el encierro, la vigilancia y la manipulación constante la conducen a un estado de dependencia emocional y psicológica. Pero Sofía también guarda su propia cuota de ambición, lo que da lugar a un enfrentamiento final tan intenso como inesperado, donde ambas mujeres sacan a relucir lo peor de sí mismas.
La jefa no es una película para niños, ni para espectadores que busquen una historia sencilla o complaciente. Es un thriller adulto que mezcla poder, deseo, engaños y presión psicológica en un entorno aparentemente sofisticado como el de la alta costura. Con un desenlace que sacude y un duelo interpretativo poderoso entre Sánchez-Gijón y Sanz, la cinta nos recuerda que, en el mundo real, los acuerdos oscuros y las relaciones desequilibradas pueden tener consecuencias devastadoras.
