M. Night Shyamalan es un cineasta con una de las trayectorias más peculiares de Hollywood. Tras el éxito arrollador de El sexto sentido, que lo catapultó al reconocimiento internacional, siguió con propuestas igual de memorables como El protegido y Señales. En estas obras consolidó su sello: historias de suspenso cargadas de misterio y giros inesperados que cautivaron a la audiencia.
Pero la carrera de Shyamalan también ha estado marcada por altibajos. Después de películas tan ambiciosas como La aldea, La joven del agua y El último maestro del aire, el director se ganó la etiqueta de creador polarizante: aplaudido por muchos, criticado por otros, pero siempre con propuestas que provocan conversación. Este contraste entre éxitos y tropiezos alcanzó el punto más claro con su película de 2008.
Una idea poderosa de M. Night Shyamalan con un reparto prometedor
Estrenada en junio de ese año y protagonizada por Mark Wahlberg y Zooey Deschanel, El fin de los tiempos (cuyo título original es The Happening) planteaba una premisa intrigante: un fenómeno natural inexplicable que desataba oleadas de suicidios masivos. La historia seguía a Elliot, un profesor de ciencias, y a su esposa Alma mientras intentaban sobrevivir al misterioso desastre. La película mezclaba ciencia ficción, horror y paranoia colectiva en un contexto que evocaba los miedos post-11 de septiembre, con teorías sobre ataques terroristas y toxinas en el aire.
Pese a la fuerza de su premisa, la ejecución dejó mucho que desear. Críticos y espectadores encontraron el guion flojo, con diálogos poco naturales y un ritmo irregular, ubicándola entre los peores trabajos de Shyamalan junto a Después de la Tierra. Incluso Mark Wahlberg, años después, reconoció que no se sentía orgulloso de su papel, ironizando sobre la absurda lucha contra “los árboles y las plantas”.
Twentieth Century Fox
‘El fin de los tiempos’: Del rechazo inicial a convertirse en una cinta de culto
Lo curioso es que, aunque fue duramente golpeada por la crítica, The Happening no fracasó en taquilla. Con un presupuesto estimado en 60 millones de dólares, recaudó más de 160 millones en todo el mundo. Es decir, triplicó su inversión, demostrando que Shyamalan aún despertaba curiosidad y arrastraba público dispuesto a seguir sus experimentos narrativos, aunque no siempre convenciera.
Con el tiempo, el filme ha ganado un lugar inesperado: el del “placer culposo” o la categoría de película de culto y ahora puede verse en Disney+. Algunos fans lo ven como un B-movie disfrazado de blockbuster, con escenas tan absurdas que resultan divertidas. El propio Shyamalan reconoció años después que su intención era acercarse al tono de clásicos como The Blob, aunque admitió que la seriedad de la ejecución hizo que el humor no se percibiera como él esperaba.