Las historias románticas suelen vendernos una idea muy clara: dos personas se conocen, se enamoran, enfrentan uno o dos obstáculos y terminan juntas. Es una fórmula que funciona que ha funcionado para Cuando Harry conoció a Sally, La princesa prometida, Sintonía de amor y Como si fuera la primera vez. Es una dinámica reconforta que nos hace suspirar, pero no siempre se parece a la vida real.
Netflix ha apostado fuerte por romances que buscan algo más que el flechazo instantáneo. Series que hablan del "casi", del "qué hubiera pasado", de los silencios incómodos y de las decisiones pequeñas que cambian todo. Todos disfrutan de esas historias que muestran que amar también implica perder, esperar y crecer. Y dentro de ese catálogo hay una miniserie breve, aparentemente sencilla, que se mete directo en el pecho sin pedir permiso.
Una estructura simple con un golpe emocional devastador
Conocida en español como Siempre el mismo día, esta miniserie británica es una adaptación de la novela bestseller de David Nicholls y una de las propuestas románticas más emotivas que ha estrenado Netflix en los últimos años. Es una propuesta que no necesita giros espectaculares ni villanos porque fu fuerza está en algo mucho más cotidiano: el paso del tiempo.
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La historia sigue a Emma y Dexter, dos jóvenes que se conocen el día de su graduación universitaria, el 15 de julio de 1988. Ella es idealista, inteligente y viene de la clase trabajadora. Él es encantador, carismático y de origen acomodado, con el mundo aparentemente a sus pies. Pasan una noche juntos, nada ocurre y deciden ser "solo amigos", pero ahí es donde empieza todo.
El amor contado en una fecha repetida
El gran truco de Siempre el mismo día es su estructura narrativa: cada episodio ocurre el mismo día, el 15 de julio, pero en distintos años. Así vemos a Emma y Dexter crecer, equivocarse, alejarse, reencontrarse, madurar o estancarse.
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Los vemos cuando son jóvenes y creen que el tiempo es infinito, cuando la vida no resulta como esperaban, y cuando el amor sigue ahí, pero no siempre sabe cómo manifestarse. No es una historia de amor tradicional. Es una historia sobre el tiempo y lo que hace con las personas que se quieren, pero no siempre saben cómo estar juntas.
Con solo 14 episodios, Siempre el mismo día no se extiende más de lo necesario. No hay rellenos ni se repite: cada capítulo aporta algo emocionalmente relevante. Este es el tipo de serie que puedes ver en pocos días pero que se queda contigo mucho más tiempo.