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    'Hollywood': Lo bueno y lo malo de la serie de Netflix

    Ryan Murphy agrega un título más a su amplia trayectoria como realizador.

    Ryan Murphy y su jugoso contrato con Netflix para crear contenidos originales ha dado un paso más con el reciente estreno de la miniserie: Hollywood, un relato ambientado en la segunda mitad de la década de los 40, justo después del término de la Segunda Guerra Mundial, por lo que varios chicos regresaron a su natal Estados Unidos. Esta excusa es la perfecta para seguir en la trama a un grupo de jóvenes tratando de vivir su sueño en Hollywood y convertirse en actores, actrices, escritores, directores, etc., sin importar lo que deban hacer o cuánto puede costarles.

    A lo largo de siete episodios la historia nos adentra en las contrapartes que conllevaba convertirse en una estrella durante una etapa en la que Estados Unidos buscaba emerger nuevamente como la potencia mundial de la cinematografía. Pero más que enfocarse en relatos verdaderos (al menos como parte central) Hollywood prefiere irse por un camino más utópico y aleccionador, del estilo de producciones como For All Mankind, en la que se presenta una realidad alternativa; el típico qué hubiera pasado si tal cosa hubiera cambiado en aquella época: ¿habría generado un mundo mejor, mayor inclusión?

    Es así como presentan una gasolinería que en realidad funge como una pantalla para esconder un negocio más lucrativo, pero ilegal: una red de prostitución. Mediante este negocio conocemos a varios de los protagonistas como Jack Castello (David Corenswet) y Archie Coleman (Jeremy Pope), quienes están dispuestos a hacer lo que sea con tal de subir algunos escalones que los acerquen al estrellato mediante el séptimo arte; el primero como actor, el segundo como escritor.

    Sus vidas se van entrelazando con otros personajes con diversos cargos dentro de la industria como Avis Amberg (Patti LuPone), esposa del dueño de uno de los estudios fílmicos más importantes: Ace; Dick (Joe Mantello), un productor con tribulaciones que lo hacen tomar decisiones de las que se arrepiente; Henry Wilson (Jim Parsons), representante de talentos que saca ventaja de su posición y somete a sus clientes a realizar diversos favores (entre ellos sexuales) si quieren trascender; entre otros papeles.

    Es evidente que Hollywood quiere dar una regañadita al sistema con el que se mantuvo (y en algunos casos sigue hasta la actualidad) la industria del cine y hacer notar lo torpe que fueron algunas decisiones, causando ciertas fracturas difíciles de sanar y haciendo emerger otros conflictos que pudieron ser evitados de haber pensado las cosas de una forma más humana y menos egoísta, sin embargo, en el camino hay tanto aciertos como errores que en la suma forman al producto final.

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