Críticas
2,5
Regular
El jilguero

¿La mayor decepción del año?

por Miguel Martínez

La adaptación de un libro ya sea a la pantalla grande o la televisión siempre será un tema de polémica y curiosidad para cualquier persona que haya leído la obra en cuestión. Por supuesto, el ánimo enardece cuando dicha adaptación se trata de un best-seller representativo para cierto grupo de ávidos lectores. Ejemplos hay muchos: desde la franquicias de Harry Potter, El señor de los anillos y Los juegos del hambre, hasta Bajo la misma estrellaIT y El resplandor. Por supuesto, nunca se podrá trasladar en su totalidad lo que leemos en un párrafo a una secuencia, pero vaya que se han hecho grandes esfuerzos por lograrlo en las últimas décadas. 

A esta tendencia de adaptaciones de la industria hollywoodense se suma El jilguero, cinta basada en la obra ganadora del Premio Pulitzer 2014 escrita por la estadounidense Donna Tartt. La historia se centra en la vida de Theo (Oakes Fegley), un niño de 13 años que sobrevive a un atentado en un museo de Nueva York. Entre los escombros de la tragedia, Theo roba un cuadro invaluable ante la insistencia de un anciano moribundo. Se trata de “The Goldfinch”, una pintura de 1654 que lo acompañará en una serie de acontecimientos que lo definirán como individuo después de perderlo en aquella fatídica visita con fines culturales y no de lamentos. 

Quizá el nombre de esta novela no sea tan simbólico en nuestro país como otras obras que han sido sumamente populares. En el caso de El jilguero, el llamativo ensamble actoral encabezado por Nicole Kidman, Ansel Elgort, Sarah PaulsonFinn Wolfhard y Jeffrey Wright es el que, sin duda alguna, puede generar una gran expectativa hacia el sexto trabajo del director John Crowley (Brooklyn). Sin embargo, ni el excelente reparto que tiene este filme en sus filas, ni el guión escrito por Peter Straughan y la propia Donna Tartt salvan a El jilguero pueden evitar que no embone la historia para crear una entrega sólida.

Lo que comienza como una interesante exploración sobre el impacto que un atentado tiene en la vida de un niño, las consecuencias que tiene en éste como la perdida de la inocencia y la dura despedida de un ser querido, se convierte poco a poco en un hilo de situaciones forzadas que diluyen la interesante premisa inicial. Por momentos, Crowley nos intenta contar una historia donde coquetea con mostrarnos una mirada hacia la llamada América profunda  mediante las vivencias de Theo, pero cuando este argumento parece encontrar ritmo, la situación cambia y esa idea queda en el olvido.

Es este inesperado cambio de situaciones, lugares y tiempo lo que no permite que se desarrolle plenamente un argumento claro. Es decir, primero vemos el impacto de un atentado en la vida de un niño el cual nos lleva a conocer su inestabilidad familiar, después conocemos el refugio emocional que encuentra Theo en una pieza de arte, seguido del crecimiento de un adolescente y culminar en una trama de crimen organizado. Todo esto plasmado en un montaje fotografiado por el siempre confiable Roger Deakins de horas y media, el cual está plagado de personajes secundarios que por momentos se vuelven intrascendentes y poco aportan a la historia central. 

La televisión se ha convertido en una gran aliada para concretar adaptaciones de obras literarias significativas donde el tiempo en pantalla no es una limitante para exponer una historia que puede requerir de ello. Quizá ‘El jilguero’ pudo encontrar en la televisión un mejor medio para su adaptación en formato audiovisual, donde su extenso argumento no se percibiera con fallas de continuidad y ritmo y, claro, donde pudiera aprovechar de una manera màs eficiente el gran talento involucrado en todos los departamentos de la producción. Tal vez en un futuro no muy lejano, la historia de la cotizada pintura vuelva por su redención y demande una segunda portunidad.