No importa cuál sea tu nivel de sensibilidad, hay películas que logran hacernos un nudo en la garganta, en especial cuando sabemos que están basadas en hechos reales, como ocurre con los filmes bélicos, ejemplo de ello es La tumba de las luciernágas, La vida es bella o La lista de Schindler; pero entre todas ellas, hay una película que ha destacado por tener un final desgarrador que rompe a cualquiera que lo mire.
Nos referimos a El niño con el pijama de rayas, adaptación homónima del libro de John Boyne. La película a cargo de Mark Herman fue estrenada en 2008 y permanecería en la memoria colectiva por su trágico final. Quienes leyeron la novela, sabían a lo que se enfrentaban, pero los que se acercaron por primera vez, recibieron un golpe al corazón. Uno de los retratos más doloroso del Holocausto que ha trascendido en el tiempo por su enternecedora historia.
La película se ambienta a finales de la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de una hora y media, conocemos la tierna amistad entre Bruno (Asa Butterfield) y Schmuel (Jack Scanlon), el primero, hijo de un importante oficial nazi y el segundo, miembro de una familia judía. Ambos pasan el tiempo jugando, conversando y soñando, pero hay un detalle, una valla separa sus mundos, ahora diferenciados por una pijama de rayas.
Los espectadores descubren que se trata de Auschwitz, uno de los campos de concentración en los que murieron miles de víctimas. La inocencia de los niños, los lleva a idear un plan en el que Shmuel conseguirá un pijama para Bruno y este entrará a través de un hueco bajo la valla para ayudarlo a buscar a su padre. En su pequeña travesía, los pequeños son arrastrados con un grupo de prisioneros directo a la cámara de gas, lo cual solo significa una cosa.
SensaCine
Al tratarse de niños, los espectadores no pudieron evitar salir desvastados de su función, sin embargo, en la actualidad la película ha sido bastante controversial, ya que algunos especialistas consideran que la historia no es precisamente un homenaje a las víctimas y que incluso podía llegar a confundir a la audiencia al generar cierta empatía por los perpretadores. Además muchos piensan que se trata de una historia real, un dato que puede ser confuso. Aún así, el final sigue conmoviendo a quien lo mire.
