A lo largo de la historia del cine, los directores y guionistas de ciencia ficción han intentado dotar a sus historias de una cierta verosimilitud, incluso cuando tratan temas fantásticos o imposibles. Stanley Kubrick, por ejemplo, trabajó de la mano de asesores científicos para crear 2001: Una odisea del espacio, una obra maestra que anticipó con asombrosa precisión tecnologías y dinámicas espaciales que aún hoy siguen impresionando.
Otros ejemplos recientes también han buscado acercarse a la ciencia real. Interestelar, de Christopher Nolan, recurrió a Kip Thorne, ganador del Premio Nobel de Física, para diseñar el agujero negro "Gargantúa" con el mayor rigor posible. Denis Villeneuve consiguió en Arrival un equilibrio entre lo emocional y lo científico, al abordar la llegada de vida extraterrestre con una base lingüística y temporal tan compleja como fascinante. Pero por cada ejemplo de precisión científica, también existen películas que prefieren dejar de lado la lógica del universo físico para entregar puro espectáculo.
Neil deGrasse Tyson revela cuál es la película espacial más absurda de todos los tiempos
Durante muchos años, Armageddon, dirigida por Michael Bay, fue considerada la película más inverosímil desde el punto de vista científico. Su premisa es ya una señal de alerta: un grupo de perforadores petroleros entrenados como astronautas viajan al espacio para destruir un asteroide del tamaño de Texas que amenaza con destruir la Tierra. El plan consiste en aterrizar en el asteroide, perforarlo y detonar una bomba nuclear en su interior. Aunque entretenida, la película fue severamente criticada por científicos y expertos en astronomía, entre ellos Neil deGrasse Tyson, quien señaló durante años que Armageddon violaba más leyes de la física por minuto que cualquier otro filme.
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Sin embargo, ese dudoso honor ha sido recientemente disputado por otra producción hollywoodense: Moonfall, dirigida por Roland Emmerich y disponible en HBO Max. En una entrevista con SiriusXM, deGrasse Tyson reconoció que, tras ver esta película protagonizada por Halle Berry, Patrick Wilson y John Bradley, cambió de opinión. “Pensaba que Armageddon era la campeona en romper leyes físicas… hasta que vi Moonfall”, confesó entre risas. El filme plantea que la Luna es en realidad una megaconstrucción artificial con un núcleo hueco que alberga una inteligencia desconocida.
La historia de Moonfall inicia cuando la órbita lunar comienza a cambiar inexplicablemente, acercándose peligrosamente a la Tierra. Los protagonistas, dos astronautas retirados y un excéntrico teórico de la conspiración, descubren que detrás de este fenómeno hay secretos relacionados con antiguas misiones del programa Apolo. La revelación: la Luna es una especie de nave espacial ancestral. Para deGrasse Tyson, el cúmulo de inexactitudes y fantasías en esta historia superan con creces cualquier error cometido por Armageddon.
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Uno de los puntos que el astrofísico critica con mayor dureza es la solución propuesta en ambas películas para evitar el desastre. En Armageddon se opta por un sacrificio nuclear de escala colosal, deGrasse Tyson recuerda que bastaría con desviar el objeto amenazante ligeramente, a razón de un centímetro por segundo, si se detecta con suficiente antelación. “No hay fricción en el espacio, así que ese impulso lo desviaría completamente. No necesitas volarlo todo”, explicó, usando incluso una comparación con el viaje en el tiempo de Terminator para ilustrar cómo los cambios pequeños pueden tener efectos dramáticos.
Pese a ser un fracaso en taquilla y blanco de burlas entre científicos y críticos, Moonfall se ha ganado su lugar como una de las películas de ciencia ficción más absurdas jamás filmadas. Y aunque el veredicto de Neil deGrasse Tyson no es precisamente un elogio, sí ha ayudado a revivir la conversación sobre los límites entre ciencia y entretenimiento en el cine. Porque, al final, tanto Armageddon como Moonfall pueden romper todas las reglas de la física, pero siguen atrayendo a espectadores dispuestos a dejarse llevar por la fantasía del espacio.