Hay cosas que marcan a un poblado, un estado, un país, pero sobre todo a una persona. Lalo es un chico normal, estudiante de secundaria, con anhelos típicos de la edad. Sin embargo, la rudeza de la vida lo alcanza temprano, ya que no pasa mucho tiempo para que comience a inmiscuirse en la tentación de una actividad ilegal, con buenos dividendos, pero con riesgos inminentes para la integridad: ser Huachicolero.
El nombre no es necesario explicarlo, ya que prácticamente todos en nuestro país están enterados sobre lo que ocurre en esta actividad: robar gasolina. A partir de esta premisa Edgar Nito plantea un drama cercano que no necesariamente se inclina a contar nuevamente lo más obvio, sino que lo enreda con un drama personal que contrasta con la inocencia de un chico, el máximo acierto de esta historia.
Y es que la premisa no es ser redundante, sino personal. Hablar de un problema mayúsc
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