Desde el asombro infantil de E.T. El extraterrestre, hasta el drama histórico de La lista de Schindler y la nostalgia aventurera de Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, el estilo de Steven Spielberg combina lo épico con lo íntimo y ha influido a generaciones de cineastas. Dueño de un lenguaje visual inconfundible, Spielberg ha demostrado que es capaz de emocionar tanto en la gran escala del blockbuster como en las pequeñas historias humanas.
Sin embargo, antes de convertirse en el “rey Midas” de Hollywood con éxitos como Encuentros cercanos del tercer tipo, Parque Jurásico o Atrápame si puedes, Spielberg vivió una experiencia profundamente perturbadora que marcó su vida profesional y emocional: la realización de Tiburón. A pesar de que el filme se convirtió en el primer gran blockbuster del verano y lo catapultó a la fama internacional, el rodaje fue tan complejo y angustiante que el director confiesa haber sufrido pesadillas durante años.
Universal Pictures
Spielberg revela cómo ‘Tiburón’ lo dejó al borde del colapso emocional
En el documental Jaws @ 50: The Definitive Inside Story, el cineasta revela con honestidad que el rodaje de Tiburón, a sus escasos 26 años, fue un calvario psicológico. Spielberg, quien solo había dirigido una película antes (The Sugarland Express), se enfrentó a un rodaje caótico, constantemente interrumpido por problemas técnicos, malas condiciones climáticas y tensiones crecientes entre los actores. "Creo que simplemente lo perdí", dice en una de las entrevistas más crudas del especial.
El principal obstáculo fueron los tiburones mecánicos, diseñados para agua dulce, que fallaban constantemente al ser utilizados en el mar. Además, filmar en alta mar (algo inusual en Hollywood hasta ese momento) multiplicó la dificultad logística. El barco de producción se hundió en una ocasión, y los actores Robert Shaw y Richard Dreyfuss se enzarzaron en una tensa rivalidad que afectaba el ambiente en el set.
The Hollywood Reporter
Spielberg no solo debía lidiar con los actores y los problemas técnicos, sino también con la presión del estudio Universal. El rodaje se extendió 100 días más de lo planeado y el presupuesto se disparó. Su mentor, Sid Sheinberg, llegó a confrontarlo en persona para advertirle que no podía seguir así. Ante esta situación, el joven director llamaba con frecuencia a su madre llorando y pidiéndole ayuda. "Mamá, esto es imposible", recuerda haberle dicho.
Al concluir la filmación en Martha’s Vineyard, Spielberg sufrió un ataque de pánico. “No podía respirar, creía que tenía un infarto. Me echaba agua en la cara, temblaba”, confiesa. Aunque la película fue un éxito rotundo (apareciendo en la portada de Time y de MAD Magazine, y recaudando cifras históricas) el trauma no desapareció con el éxito. Por el contrario, durante años tuvo pesadillas recurrentes y se despertaba empapado en sudor. “No existía entonces el término ‘estrés postraumático’, pero eso fue lo que tuve”, asegura.
Britannica
En busca de alivio, el también director de Salvando al soldado Ryan y La guerra de los mundos solía colarse en el set de Universal donde se exhibía el barco Orca, y allí, escondido, se sentaba a llorar. “No tenía nada por qué llorar. El filme fue un fenómeno, pero no podía desprenderme de la experiencia”, dice. Ese barco, símbolo de su calvario, se convirtió también en su refugio y terapia silenciosa durante varios años.