Esto pasa en tu cerebro cada que vas al cine: explica por qué amamos ver tantas películas
Carolina Cantoral
Carolina Cantoral
-Redactora
Comunicóloga fanática de las comedias románticas, de las películas de Christopher Nolan y de cualquier película donde salga Timothée Chalamet. Siempre lloro cada que veo “Titanic” y siempre me río con los mismos capítulos de “The Office”.

Ver películas no solo es entretenimiento: es toda una experiencia sensorial que el cerebro disfruta y busca repetir.

La experiencia de acudir a una sala de cine radica en muchos factores, desde el simple hecho de romper con la rutina, buscar un espacio en tu agenda, decidir quién te acompañará, llegar a las salas, el fuerte olor a palomitas de mantequilla, personas con las mismas ansias de ver la misma película que tú, llegar a tu asiento y ver cuando las luces se apagan…todo en conjunto crea una atmósfera y un ambiente que te envuelven por completo en la experiencia.

Todo esto conlleva un proceso cerebral en el que estás predispuesto a pasarla bien, generando dopamina: el neurotransmisor encargado de darnos la sensación de felicidad, plenitud y regocijo. Es decir que entre más dopamina se libere dentro de nuestro cerebro, más felices nos sentiremos.

Columbia Pictures

El simple hecho de acudir al cine puede ser una motivación, pues parte de la magia del cine radica en que es una experiencia que busca adentrarnos en un mundo nuevo y desconectarnos, aunque sea solo unas horas de los pensamientos que se generan de nuestro día a día, pues al momento de estar en una sala de cine tu cerebro sólo está respondiendo a los estímulos visuales y auditivos.

Claro que la intensidad de estas emociones será proporcional al gusto e interés por la película, pero trata de recordar la última película o escena que más disfrutaste en una sala de cine, tanto que por un instante tu cerebro dejó de pensar en las preocupaciones de la semana, solo estabas concentrado en lo que veías, esa que te puso la piel de gallina o que te sacó una carcajada.

Summit Entertainment

A través de estudios de resonancias magnéticas se ha podido medir la manera en la que nuestro cerebro actúa al momento de ver una película, varias y distintas zonas de nuestro cerebro se activan de acuerdo al estímulo que nos genere, algunas de ellas son: el hemisferio izquierdo procesa el lenguaje mientras que el derecho responde a la música y la emoción. La corteza frontal construye la narrativa y anticipa el final, y el hemisferio occipital hace que sostengamos la atención visual por horas.

Al ver un beso podemos liberar oxitocina, la hormona del afecto y los ganglios basales se encargan de interpretar lo inesperado, las neuronas espejo hacen que incluso imitemos gestos o reacciones de los personajes.

Las emociones intensas como el miedo provienen de la amígdala, y el sistema límbico transforma ese peligro en placer (lo que explica el gusto de varias personas por el cine de terror). Y cuando tenemos el recuerdo de una película se fija en el hipocampo, eso hace que muchas veces revivamos las mismas emociones al volver a ver una escena.

Miramax Films

De ahí radica la calidad de una película pues no todas logran generar estos estímulos en nuestro cerebro o, al contrario, puede que sea un contenido que no sea de nuestro gusto. Solo las mejores películas son las que logran mantener nuestra atención al mismo nivel todo el tiempo.

Pues entre más dopamina generemos, más atención ponemos, ubicamos detalles y salimos de la sala con un buen sabor de boca. Aquellas películas que más lograron elevar nuestra dopamina cerebral son las que más recordamos y anhelamos volver a ver.

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