Desde su primera aparición en El señor de los anillos: La comunidad del anillo, Aragorn se presentó como un personaje complejo, cuya evolución se reflejó no solo en sus acciones y diálogos, sino también en su vestimenta. A lo largo de la trilogía dirigida por Peter Jackson, cada atuendo que usó Viggo Mortensen contó una parte de su historia y simbolizó su camino desde un guardabosques errante hasta el rey legítimo de Gondor.
El diseño de vestuario en la trilogía fue clave para narrar visualmente la transformación de Aragorn. Su linaje dúnedain, descendiente de los antiguos reyes de Númenor, quedó implícito en detalles sutiles que se hicieron más evidentes conforme avanzaba la historia. Cada prenda, cada accesorio que portaba, estaba cargado de simbolismo y hablaba de su identidad, sus alianzas y su destino.
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De montaraz a rey: la transformación de Aragorn a través de su vestimenta
Cuando el público conoció a Aragorn bajo el nombre de Trancos en Bree, su vestimenta reflejaba su vida errante como montaraz. Vestía tonos oscuros de verde y marrón, ideales para moverse con sigilo por los bosques y montañas. Su capa y sus botas de cuero resistente indicaban su necesidad de protección contra los elementos y su constante vigilancia como guardián de la Tierra Media. Su imagen, sombría y enigmática, respondía a la descripción de J. R. R. Tolkien: un hombre de aspecto severo que rara vez sonreía.
Conforme se unió a la Comunidad del Anillo y comenzó a aceptar su papel más allá del de un simple montaraz, su vestimenta empezó a incorporar elementos que marcaban su conexión con otros pueblos. En El señor de los anillos: Las dos torres, recibió el broche élfico de Lothlórien, símbolo de su amistad con los elfos. También llevó consigo el colgante Evenstar, un obsequio de Arwen, que representaba tanto su amor por ella como su destino de unir a los hombres y los elfos. Además, en honor a su difunto compañero Boromir, comenzó a usar sus brazales, mostrando su respeto por Gondor y su creciente sentido del liderazgo.
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A medida que avanzaba la segunda película, Aragorn se vinculó más estrechamente con los rohirrim, adoptando una cota de malla y tonos más vivos en su vestimenta, reflejando su transición de un solitario guerrero a un comandante militar. Su atuendo se volvió más elaborado, mostrando una mayor confianza en su papel como líder. Estas piezas de vestuario indicaban que estaba dejando atrás su identidad de montaraz para convertirse en un símbolo de esperanza para los pueblos libres de la Tierra Media.
En El señor de los anillos: El retorno del rey, la vestimenta de Aragorn adquirió un significado aún más profundo. Al aproximarse a su destino como heredero de Isildur, su atuendo incorporó más elementos de Gondor. Finalmente, vistió una túnica con el Árbol Blanco de Gondor, un emblema de su linaje real, dejando atrás cualquier rastro de su pasado como Trancos. Este cambio representó su aceptación total de su deber y su derecho al trono, consolidando su papel como líder de los hombres.
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La armadura de Aragorn también evolucionó a lo largo de la trilogía, creciendo en complejidad y detalle. Durante la batalla en los Campos del Pelennor y la marcha hacia la Puerta Negra, portó una armadura más robusta y majestuosa, reafirmando su posición como un guerrero capaz de dirigir a los ejércitos de la Tierra Media. Su figura dejó de ser la de un montaraz para convertirse en la de un general dispuesto a restaurar la gloria de los reinos de los hombres.
El punto culminante de esta evolución visual llegó con su coronación. En ese momento, Aragorn vistió una armadura de un plateado resplandeciente, acorde con la descripción que Tolkien hizo de los Capitanes del Oeste, cuyo brillo plateado simbolizaba el bien. Junto con su corona, este atuendo marcó el cierre de su viaje: de un hombre errante a un monarca que unificó Gondor y Arnor, restaurando la grandeza de su linaje. Así, su vestimenta no solo fue una elección estética, sino una narrativa en sí misma, reflejando su destino, su herencia y su transformación.
