En Disney+ y Netflix: la joya de ciencia ficción con una escena tan perfecta que parece dirigida por Hitchcock
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Esta película de ciencia ficción con alma de thriller psicológico es una obra que habla sobre la fe, el miedo y la conexión humana, pero también sobre cómo el cine puede convertir una simple escena en una experiencia universal.

Pocas figuras en la historia del cine han tenido un impacto tan profundo en el lenguaje visual y narrativo del suspenso como Alfred Hitchcock. Considerado el “maestro del thriller psicológico”, Hitchcock redefinió la manera en que el público experimenta el miedo a través de la cámara, el sonido y el montaje. Películas como Psicosis, La ventana indiscreta, Vértigo, Los pájaros y Con M de muerte son ejemplos de una precisión narrativa inigualable, donde cada encuadre y cada silencio están pensados para manipular la tensión emocional del espectador.

A lo largo del siglo XX, el legado de Hitchcock inspiró a notables directores como Brian De Palma o David Fincher, quienes encontraron en su estilo una guía para explorar la incertidumbre, la paranoia y lo sobrenatural. Hitchcock no solo enseñó a filmar el miedo, sino a construirlo desde lo invisible: el sonido de unos pasos, una puerta entreabierta, una figura detrás de una cortina. Esa herencia del suspenso como arte de la espera y de la sugestión se manifiesta con fuerza en el cine de M. Night Shyamalan, particularmente en una de sus películas más memorables disponible actualmente en Disney+ y Netflix.

Señales
Señales
Fecha de estreno 13 de septiembre de 2002 | 1h 45min
Dirigida por M. Night Shyamalan
Con Mel Gibson, Joaquin Phoenix, Rory Culkin
Medios
3,9
Usuarios
3,1
Ver en Disney+

Disponible en Disney+ y Netflix, esta película es una digna heredera del maestro del suspenso

Estrenada en 2002 y protagonizada por Mel Gibson y Joaquin Phoenix, Señales marcó uno de los puntos más altos en la carrera del director de Sexto sentido. La historia sigue a Graham Hess, un exsacerdote que, tras perder a su esposa en un trágico accidente, ha renunciado a su fe. Vive con sus dos hijos y su hermano en una granja de Pensilvania, donde la aparición de enigmáticos círculos en los cultivos anuncia algo que va más allá de toda explicación racional. Lo que empieza como un relato sobre la pérdida y la duda pronto se transforma en una historia sobre la esperanza frente al miedo y la reconciliación con lo inexplicable.

Desde sus primeros minutos, Señales demuestra que Shyamalan domina la técnica del suspenso con una precisión casi matemática. El descubrimiento del primer círculo de maíz es un ejemplo de cómo el director logra que lo extraordinario surja de lo familiar. No se necesita mostrar al enemigo para sentir su presencia: basta un sonido, una sombra o la mirada desconcertada de los personajes. Como Hitchcock, Shyamalan entiende que el terror más eficaz no está en el monstruo, sino en la espera.

Touchstone Pictures

Mel Gibson y Joaquin Phoenix, unidos por el misterio de ‘Señales’

Uno de los momentos más recordados ocurre cuando los personajes comienzan a percibir la magnitud de lo que enfrentan. A través de detalles mínimos (ruidos en el techo, señales extrañas en la radio o interferencias en los monitores de bebé), el también director de El protegido y Fragmentado construye un crescendo emocional que prepara al espectador para el instante de revelación. Esta paciencia narrativa recuerda la tensión milimétrica de Vértigo o Psicosis: un juego de percepción donde cada plano es una pieza del rompecabezas.

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El punto culminante de Señales llega con la escena del video casero de un cumpleaños en Brasil, transmitido en la televisión. Joaquin Phoenix observa la grabación junto con el público, y lo que empieza como una curiosidad inocente se transforma en uno de los momentos más escalofriantes del cine moderno. La criatura que aparece por apenas unos segundos redefine toda la película, demostrando que el miedo puede concentrarse en una sola imagen. Esa secuencia, construida con el ritmo y la economía visual que Hitchcock habría aplaudido, sigue siendo un ejemplo magistral de cómo revelar lo justo para que la mente del espectador complete el resto.

En esa breve aparición, Shyamalan demuestra que ha asimilado la lección del maestro británico: el terror no reside en el exceso, sino en la sutileza. La cámara temblorosa, la reacción del personaje y la música exacta crean un instante de realismo inquietante. No hay efectos grandilocuentes ni sobresaltos gratuitos; solo el pavor puro que proviene de lo desconocido.

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