El mejor videojuego de ciencia ficción de los 90 que se convirtió en una de las peores películas de exploración espacial
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Era el videojuego más ambicioso de su tiempo y prometía una epopeya galáctica, pero terminó estrellándose en el cine. Así fue como la ciencia ficción de los 90 vivió su mayor caída entre las estrellas.

El cine de exploración espacial ha sido uno de los subgéneros más fascinantes de la ciencia ficción. Desde epopeyas como 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick hasta relatos existenciales como Interestelar de Christopher Nolan, la idea de aventurarse más allá de la Tierra ha representado tanto un desafío técnico como una reflexión sobre la naturaleza humana.

2001: Una odisea del espacio
2001: Una odisea del espacio
Fecha de estreno 31 de octubre de 1968 | 2h 21min
Dirigida por Stanley Kubrick
Con Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester
Usuarios
3,0
Ver en HBO MAX

A lo largo de los años, esta fascinación por el cosmos se ha extendido también a otros medios narrativos, especialmente los videojuegos. Experiencias como Mass Effect o No Man’s Sky demuestran que la exploración espacial puede ser aún más envolvente cuando el jugador participa activamente en la historia. Sin embargo, llevar esa sensación de inmersión al cine ha sido una empresa compleja: lo que en un videojuego es libertad de decisión, en la pantalla grande se convierte en una narración fija que rara vez logra capturar la misma emoción.

Centurion

El experimento fallido que demostró que no todos los video juegos pueden ser películas

Durante la década de los 90, varios estudios intentaron traducir ese tipo de experiencias interactivas al lenguaje cinematográfico. Pero la mayoría fracasó en el intento, ya fuera por guiones apresurados o efectos visuales que no lograban igualar la imaginación de los jugadores. Uno de los casos más emblemáticos fue Wing Commander, el videojuego de combate espacial que revolucionó el género y la película que, paradójicamente, sepultó su legado en Hollywood.

En los años 90, Wing Commander era un fenómeno. Desarrollado por Origin Systems bajo la dirección de Chris Roberts, el título combinaba un sistema de combate espacial innovador con una narrativa ramificada en la que los jugadores formaban parte de una guerra intergaláctica entre la Confederación Terrana y los felinos Kilrathi. Era uno de los videojuegos más caros jamás producidos y su éxito marcó una nueva era para la industria.

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La épica que se perdió en el espacio: la historia detrás del fracaso de ‘Wing Commander’

Pero cuando el propio Roberts decidió adaptar su creación al cine en 1999, el resultado fue un desastre monumental. La película Wing Commander, protagonizada por Freddie Prinze Jr., Matthew Lillard y Saffron Burrows, llegó a los cines el 12 de marzo de ese año y fue olvidada tan solo una semana después. Lo que en el videojuego había sido épico y expansivo se convirtió en un relato confinado, con batallas espaciales torpes y una puesta en escena que carecía de la grandeza visual esperada.

El filme seguía las aventuras de Chris “Maverick” Blair (Prinze Jr.), un joven piloto con habilidades sobrehumanas por ser un “Pilgrim”, una especie de humano evolucionado capaz de calcular trayectorias con una precisión casi divina. Pese al entusiasmo del actor, la historia nunca logra despegar. En lugar de espectaculares combates espaciales, el metraje se desarrolla en pasillos metálicos y naves sin alma, desaprovechando por completo el potencial del universo que el propio Roberts había creado.

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La producción estuvo plagada de obstáculos: sets incompletos, criaturas alienígenas sin terminar y un tiempo de postproducción ridículamente corto para una cinta de ciencia ficción. El estudio exigió que el filme se estrenara antes del 16 de mayo de 1999, fecha del regreso de Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma. Aquella decisión resultó fatal. Los efectos visuales quedaron inacabados, las escenas de batalla fueron simplificadas y el resultado fue un espectáculo mediocre que costó 25 millones de dólares y apenas recaudó 11.

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