En 1979, el cine italiano lanzó al espacio una aventura que, más que inspirada, parecía calcada de Star Wars. El Humanoide (L'umanoide), dirigida por Aldo Lado bajo el pseudónimo de George B. Lewis, no tuvo reparos en replicar todo lo que había hecho del clásico de George Lucas un fenómeno global: el texto introductorio, el villano con máscara negra, una princesa en apuros y hasta un simpático robot. ¿El resultado? Una versión “alternativa” que hoy, pese a su evidente falta de originalidad, se convierte en una curiosidad fascinante del cine de explotación.
Apenas dos años después del estreno de Una nueva esperanza y un año antes de El imperio contraataca, El Humanoide intentó subirse a la ola galáctica con un presupuesto mucho más modesto y un guion reciclado. La apuesta fue arriesgada, y el filme terminó siendo un rotundo fracaso comercial. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha encontrado un lugar especial entre los amantes del cine trash y de las producciones tan malas que resultan entretenidas.
Merope
Así fue el intento europeo de replicar el universo de George Lucas
La historia transcurre en el planeta Metrópolis, una sociedad pacífica amenazada por el malvado Graal, quien desea usurpar el trono de su hermano. Con la ayuda de la enigmática Lady Agatha y del delirante científico Dr. Kraspin, Graal pone en marcha un plan de conquista galáctica que involucra la creación de un ejército de súper soldados humanoides, alimentados por una energía llamada “Kapitron”. La primera víctima del experimento es Golob, un piloto transformado en una máquina de fuerza imparable.
Golob es interpretado por Richard Kiel, recordado por su papel como "Tiburón" en las películas de James Bond (El espía que me amó y Moonraker). Su presencia imponente es el centro visual de la película, acompañado por un elenco peculiar que incluye a Corinne Cléry, Barbara Bach, Ivan Rassimov, Venantino Venantini y Arthur Kennedy como el excéntrico Dr. Kraspin. Entre todos ofrecen interpretaciones que oscilan entre lo caricaturesco y lo accidentalmente hilarante.
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Aunque su argumento parece sacado directamente de un generador automático de tramas espaciales, El Humanoide se distingue por un detalle que brilla con luz propia: la banda sonora. Nada menos que Ennio Morricone fue el encargado de componer la música del filme, dotándolo de una atmósfera sonora épica que contrasta radicalmente con sus modestos efectos especiales y decorados reciclados.
Hoy en día, El Humanoide es una cápsula del tiempo, una muestra clara de cómo los estudios internacionales intentaron replicar el éxito estadounidense con más entusiasmo que recursos. Su descaro es parte de su encanto, y en una época donde todo se siente calculado, este tipo de cine resulta refrescante en su ingenuidad. Verlo no es un ejercicio de nostalgia, sino de diversión sin pretensiones.
