La colaboración entre Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio se ha convertido en una de las más aclamadas de la historia reciente del cine estadounidense. Desde Pandillas de Nueva York hasta Los asesinos de la luna, pasando por El aviador, Los infiltrados, El lobo de Wall Street, cada encuentro creativo entre el director y el actor ha cautivado a espectadores y críticos. Sin embargo, dentro de estas colaboraciones, hay una obra que destaca como una rareza, debido a que se adentra en el thriller psicológico con elementos de terror.
Paramount Pictures
A 15 años de su estreno, este final con DiCaprio sigue siendo inolvidable
Basada en la novela de Dennis Lehane, La isla siniestra lleva a DiCaprio a interpretar al agente federal Teddy Daniels, quien llega a una institución psiquiátrica aislada junto a su compañero Chuck (Mark Ruffalo) para investigar la desaparición de una paciente. Lo que inicia como un relato de detectives pronto se transforma en una historia mucho más oscura, en la que nada es lo que parece y el espectador queda atrapado en una atmósfera de paranoia, manipulación y angustia emocional.
Con un elenco brillante que incluye a Ben Kingsley, Max von Sydow y Michelle Williams, la película se adentra en un laberinto de la mente humana que culmina en un desenlace impactante. La secuencia final continúa siendo objeto de debate incluso 15 años después de su estreno. Sin entrar en detalles que arruinen la experiencia para quienes no la han visto, la escena ofrece una poderosa revelación que reconfigura por completo todo lo que se ha mostrado anteriormente.
DiCaprio, en uno de los papeles más intensos y exigentes de su carrera, logra transmitir un torbellino de emociones que culminan en una frase final que muchos espectadores aún recuerdan y analizan. La ambigüedad y carga simbólica del cierre es lo que convierte a esta escena en una de las más discutidas de la filmografía de Scorsese.
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La isla siniestra representa también un punto de inflexión en el cine de Scorsese. Si bien es conocido por obras centradas en la violencia masculina y la corrupción moral (como Taxi Driver o Buenos muchachos), esta cinta se presenta como una exploración de la vulnerabilidad emocional, la salud mental y el poder de la negación. Lejos del tono glorificador de El lobo de Wall Street, aquí todo se siente contenido, con una tristeza latente que se manifiesta especialmente en ese final demoledor.
En un tiempo en el que los giros de trama se han convertido en lugares comunes del género, la escena final de La isla siniestra sigue siendo uno de los más elegantes y devastadores. Y gran parte de su eficacia se debe a la maestría narrativa de Scorsese y la entrega total de DiCaprio, en una película que, aunque en su momento fue subestimada, hoy brilla como una joya oscura del cine contemporáneo.