El terror es un género que divide a la audiencia. Hay quienes disfrutan sumergirse en historias como American Horror Story o The Walking Dead, mientras otros evitan cualquier tipo de contacto con aquello que les provoque miedo. Desde parques temáticos embrujados hasta las novelas de Stephen King o películas recientes como Weapons, Haz que regrese y El conjuro 4, la fascinación por el horror se ha convertido en un fenómeno cultural imposible de ignorar. Pero ¿qué hace que unos lo disfruten y otros lo rechacen?
La adrenalina del miedo: por qué algunas personas buscan lo aterrador
Una de las principales razones por las que consumimos terror es, según el estudio The Psychology Behind Why We Love (or Hate) Horror de Haiyang Yang, la estimulación que provoca. Sentir miedo activa nuestro cuerpo de manera compleja: mientras la ansiedad nos incomoda, la adrenalina genera placer y energía. Esa mezcla contradictoria explica por qué muchas personas buscan experiencias intensas en títulos como El exorcista o Hereditary, donde el punto máximo de terror coincide con el de mayor disfrute.
Otro motivo es el acceso a experiencias novedosas. El cine apocalíptico, desde 28 Days Later hasta Guerra Mundial Z, nos permite vivir realidades alternativas como plagas de zombis o invasiones alienígenas. Además, actividades como visitar casas embrujadas o ver cintas extremas ofrecen una sensación de logro y valentía que alimenta el espíritu aventurero y refuerza la idea de haber sobrevivido a lo imposible.
Warner Bros.
El terror también satisface nuestra curiosidad por el lado oscuro de la mente humana. Personajes como Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes o las víctimas y verdugos de The Purge nos muestran hasta dónde puede llegar el ser humano en situaciones extremas. Observar estas ficciones se convierte en una forma segura de explorar lo más perturbador de la condición humana.
Sin embargo, no todo mundo logra disfrutar del género. El estudio científico de Haiyang Yang habla de tres “marcos de protección” psicológicos que permiten encontrar placer en el miedo. El primero es la seguridad: saber que el ente maligno de El conjuro no puede salir de la pantalla para dañarnos. El segundo es el desapego: recordar que lo que vemos en Halloween son actores y efectos especiales. El tercero es la confianza: en una casa del terror, sabemos que podemos huir de un zombi más rápido de lo que parece.
Twisted Pictures
Empatía y horror: cómo nuestras emociones determinan la experiencia
Los niveles de empatía juegan un papel crucial. Quienes son menos empáticos tienden a disfrutar más de películas violentas como Hostal o Saw: Juego macabro, pues no se sienten abrumados por el sufrimiento de los personajes. En cambio, quienes poseen un alto nivel de empatía experimentan con mayor intensidad la angustia de las víctimas, lo que les genera incomodidad y rechazo hacia el género.
Otros factores también influyen en la afinidad con el terror. La edad y el género marcan diferencias: los jóvenes suelen sentirse más atraídos, mientras que, en promedio, los hombres buscan escenas de horror más intenso y las mujeres disfrutan cuando las historias concluyen con un desenlace positivo, como ocurre en Pesadilla en la calle del infierno cuando el mal finalmente es derrotado.